El viernes 23 de noviembre pudimos vivir una de esas noches extraordinarias que el Ciclo de Blues & Boogie nos regala en cada edición, y van trece hasta el momento. En esta ocasión se trataba de rendir homenaje a Big Mama Montse por los 30 años de carrera musical. Un homenaje, que como ya advertimos desde Bad Music en repetidas ocasiones, no entraba dentro de los festejos que la propia Big Mama está realizando durante este año y que pudo llevar a más de uno al despiste. Desorientación acentuada por la escasa información sobre los músicos que iban a participar, pero era necesaria la distracción, ya que se pretendía crear un clima de sorpresa para la homenajeada.
Ayer por la noche pudimos descubrir la gran banda de once músicos que, con humildad y gran talento, desarrollaron un repertorio a modo de road movie por la biografía musical de Big Mama. Como guitarristas estaban Amadeu Casas (director de todo el homenaje), Miguel Talavera y Jordi Mena; Mirian Aparicio y August Tharrats ejercieron de pianistas, compartieron las negras y blancas toda la noche; a la hora de soplar se turnaron Joan Pau Cumellas y Víctor Uris a las harmónicas, más Ricard Gili con su trompeta; Myriam Swanson volvió a ejercer de prima hermana de Lucifer, como sólo ella sabe hacer, mientras que los incombustibles fueron Santi Ursul al bajo y Micky Izquierdo a la batería, aguantando la locomotora a base de madera y más madera.
Sonó de fábula, como de costumbre en el Centre Cultural Collblanc Torrassa, pero había un condimento especial que añadía sabor al guiso. Quizás sea cierta la leyenda urbana de los técnicos de sonido, que dicen que sonará mejor cuando la sala se llene y ayer se llenó, vaya que si lo hizo, hasta el punto de empañar el objetivo y hacer casi imposible plasmar la foto de arriba. Fue un feedback continuo, entre músicos y público, eso tan sobado de la eterna comunión que todos hablamos, pero que comprendes lo gratuitamente que la usamos en ocasiones cuando una noche la encuentras. La sala a reventar de aficionados al blues, al jazz, músicos de toda la escena, amigos, compañeros y alumnos de Big Mama, gente en definitiva, sobre la que ha dejado huella y que ayer nos congratulamos de ver cómo estaba sentada en una mesa de primera fila conteniendo la emoción y su hambre canina por subir a patear el escenario.

Para empezar la noche Amadeu presentó una formación que casi configura los Blues Messengers y que nos obligó a muchos a pensar que iba a ser grande la velada. Anécdotas de todos los músicos, curiosidades y alguna que otra intimidad que sólo se escapa en momentos de pasión a flor de piel, el humor de Victor Uris, que no tiene precio, el tsunami de la Swanson que nos encrespó el cabello como si nos hubiera echado cubos de gomina, la trompeta de Gili que parecía que quería hablar y el momento más esperado, todos juntos encima del escenario y Big Mama que sube, no recuerdo muy bien si fue invitada o decidió invadir directamente en campaña bélica al grito de The Blues Is Alright, en un broche magnífico para un concierto de oro. Flores para la homenajeada, besos y abrazos a diestro y siniestro y la foto de familia que podéis ver, donde todos demuestran lo que fue ese momento con sus caras, mientras que al fondo de la sala se reivindicaban levantando los brazos. Se acabó? No, todavía quedaba el postre en formato de un pastel extraterrestre en forma de guitarra, que el maestro Armand Garcia había traído a modo clandestino antes del concierto.

Seguro que habrá más noches inolvidables en el Ciclo Blues & Boogie, ojalá sean numerosas y soberbias, pero lo que tengo claro, pero que muy claro, que no habrá otra noche como la de ayer y nosotros estuvimos allí.
Felicidades Montse!
Gracias Monstruos, por ese gran concierto!
JLBad


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