Transcurridos diecisiete meses desde la clausura del XIII Hondarribia Blues Festival y a la vista de la completa inacción mostrada por el Ayuntamiento, como director del HBF y responsable de la empresa organizadora, Blue Vision S.L., quiero aclarar los motivos reales de la supresión del evento; desmentir las falsedades que se han dicho y disipar cualquier asomo de duda respecto a mi honradez, no sólo en la ejecución de la última edición sino en todas y cada una de las doce anteriores.
No es mi intención entrar en una guerra de declaraciones por lo que trataré de explicar los hechos al máximo y de una sola vez, empezando por su origen.

UN CAMBIO EN EL MODELO DE GESTIÓN
En 2017, dado que el Ayuntamiento carecía de la agilidad suficiente para gestionar el Festival, se acordó que la organización para 2018 volviera a recaer en una entidad externa, Blue Vision S.L., fórmula ya utilizada en las primeras siete ediciones. Así las cosas, presenté -en tiempo y forma- una propuesta detallada de programa y presupuesto.
En diciembre de 2017, el Pleno aprobó el presupuesto para el año siguiente con una partida de 280.000 euros como “consignación nominativa” con destino al HBF. En Julio 2018, el certamen se desarrolla con rotundo éxito, cumpliendo la totalidad del programa previsto y a plena satisfacción del Ayuntamiento, como así lo declara su alcalde a los medios de comunicación. No se deja sin ejecutar ninguno de los capítulos aprobados, y todos los gastos quedan debidamente justificados hasta el último céntimo mediante factura, sin excepción.

UN CAMBIO EN EL CRITERIO DEL AYUNTAMIENTO
En los últimos meses de 2018, el criterio del Ayuntamiento cambia en base a un nuevo informe técnico que dictamina dos aspectos importantes: primero, que la subvención no debió ser nominativa y no debía de haberse aprobado en esos términos y, segundo, que la subvención solo podía abonarse una vez que se hubieran hecho efectivos los pagos.
Es decir, meses después de haber acabado el Festival, y de que todos los profesionales hubiéramos hecho satisfactoriamente el trabajo, se me dice que no se va a otorgar la subvención aprobada y que yo tengo que adelantar los importes y demostrar los pagos.
El propio Ayuntamiento, ha cometido un error de procedimiento pero, incomprensiblemente, en lugar de subsanarlo, trasladan las consecuencias a la organización del Festival, esto es, a mi persona, a sabiendas de que Blue Vision no es una gran corporación sino una empresa local y unipersonal que no tiene capacidad económica para hacer frente a esa suma.
Afortunadamente para entonces, ya habían sido abonadas a las sociedad una parte importante de las subvenciones lo que me permitió pagar las minutas de diferentes profesionales y, por tanto, que cobraran por el trabajo realizado, con la excepción de tres facturas: las relativas a infraestructuras (carpas, escenarios, vallas y gradas, entre otras cosas), SGAE y la de la empresa, en total, algo más de 100.000 euros. Es decir, el ayuntamiento pretende que todos estos gastos más los de organización, etc, etc les salga a coste cero y que se haga cargo Blue Vision.

¿QUIÉN ASUME LAS CONSECUENCIAS?
Alcalde y equipo de Gobierno insisten públicamente en que tienen que cumplir rigurosamente la legalidad aunque, paradójicamente, lejos de ser consecuentes con no haberlo hecho desde el principio, se niegan a reparar los daños de su error y dejan caer sospechas absolutamente injustificadas sobre mi comportamiento.
Con todo, me encuentro ante un grave panorama que compromete, definitivamente, la situación económica mía y de mi familia. Voy a tener que hipotecar mi casa y endeudarme para poder hacer frente a los pagos y asegurarme de que todo el mundo cobra por su trabajo (todos menos yo, claro está, porque no se admite mi propia factura).
A lo largo de 2019 se suceden varias reuniones con el alcalde y la concejala de Turismo en las que lejos de buscar soluciones, ambos muestran mucha preocupación por cuáles van a ser mis declaraciones públicas y un absoluto desprecio por el ahogo económico en el que me han colocado.
Se puede entender que hubiera un cambio de criterio en el Ayuntamiento para subsanar un error de procedimiento. Este no es el único caso de expedientes con informes negativos de la Intervención y, me consta, que Alcaldía ha encontrado la forma de superarlos sin perjudicar a terceros. Pero no ha sido esa su voluntad en este caso en el que, más bien al contrario, se ha mostrado intransigente y opuesto a cualquier tipo de salida, con una especial inquina hacia mi persona.

UN OBJETIVO ENCUBIERTO: SUPRIMIR EL FESTIVAL
Quiero subrayar que aquí nadie ha hecho un mal uso del dinero público ni se pide que se abone nada que no se haya ejecutado; estamos ante un error administrativo y/o de procedimiento que me niego, bajo ningún concepto, a que sea esgrimido como la justificación para suprimir el Festival. Y es que, a pesar de que públicamente el alcalde Sagarzazu afirma querer mantenerlo, puedo dar fe de su nula voluntad para hacerlo: nunca ha creído en el Festival ni lo quiere para la ciudad. Simplemente, le ha dado portazo.
A lo largo de 2019, he presentado a la Alcaldía varias propuestas para recuperar el HBF. Ninguna ha tenido una acogida favorable. Una de las últimas excusas ha sido que para 2020 saldría a concurso público pero, a día de hoy, a cinco meses vista, ni hay bases aprobadas, ni proyecto de hacerlas.

UN SUEÑO CUMPLIDO
Quiero dejar clara mi absoluta disposición a recuperar el certamen para la ciudad de Hondarribia, así ha sido desde el primer día y lo sigue siendo pese a todas las dificultades. Este Festival fue un sueño personal cumplido y me resisto a que muera por la desidia, la inoperancia y el desinterés de un determinado alcalde y su equipo de Gobierno.
El HBF ha sido beneficioso para la cultura, la economía y la proyección de Hondarribia, con un impacto económico valorado en más de tres millones de euros y más 90.000 asistentes cada año. Ha demostrado su calidad obteniendo dos de los máximos galardones que existen internacionalmente en el ámbito del blues: el Keeping The Blues Alive de la Blues Foundation y el premio Blues Behind The Scenes, de la European Blues Union, este último, precisamente, a la labor de promoción y organización.
No quiero terminar sin agradecer las innumerables muestras de apoyo que he recibido en este último año y medio, y el aliento que tantas personas, entidades, artistas y Festivales hermanos me siguen haciendo llegar. Muy en especial, quiero agradecer a mi familia su apoyo incondicional. Es la energía que me transmiten todos ellos, la que me mantiene firme en este proyecto en el que sigo creyendo como el primer día.

Carlos Malles
Hondarribia, 30 de enero de 2020


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