Th´Booty Hunters
Sala La Textil

25 de diciembre
Hay tradiciones que está perpetuadas en el tiempo esperando que sean derribadas y erradicadas de la memoria colectiva, aberraciones que en nombre de una supuesta costumbre ancestral sólo hacen que arrastrar la vergüenza que supone llevar el lastre de acervos folclóricos y mitos castrenses de épocas cavernarias y posiblemente cavernícolas.
Sin embargo existen otras tradiciones que la cultura popular ha adoptado y que no suponen ninguna erosión física a importunados bichos, o apalizados mancebos imberbes, como mucho producen ictus cerebral en mentes calenturientas y paralizadas por el cáncer de la religión, la cangrena de la ideología derechista extrema y peste marcial. Una de estas últimas es ya una cita obligada para todos aquellos corderos que hayan podido escapar del corral de Dios y de las fauces de el gordo de la CocaCola y el trineo, aquellos acólitos de caminar en sentido contrario y cuando la gran mayoría se derrumba en el sofá para facilitar al digestión de la ingesta degenerada de cenas de empresa, amigos, Nochebuena y Navidad, van a tomarse unos caldos, si caben y a adorar la música en vivo de la mano de los predicadores Th´Booty Hunters, un año más, cómo no, como manda la tradición.

La nueva sala del carrer Caspe, La Textil, un lujo mayúsculo y una gozada para los sentidos, se llenó, desconozco si se agotaron las entradas pero la misa tenía muy buena entrada y el cepillo de la barra sonaba caudaloso y acaudalado. Pensaba que me había torcido del camino, no el de la vida, que hace años que lo sé, más bien el de las escaleras, porque bajando al averno da la sensación que vas a abrir la puerta del parking y todo ha sido un timo, pero nada más lejos de la realidad, abres la puerta blindada que cuesta un cojón de mico y te encuentras con una sala preciosa, con un equipo de luces espectacular y un sonido magnífico, la barra al fondo donde sirven diferentes tipos de ipa que te ayudarán mejor que el agua bendita a entrar en trance.
No recuerdo la hora, si puntuales o no, pero a cierto momento nocturno comenzó el discurso grosero y manipulador de un telepredicador que nos indicaba que habíamos llegado al punto correcto, que era allí donde se iba a celebrar el exorcismo. Tras una admonición filípica de contenido sacro y vengativo aparecieron Th´Booty Hunters, dispuestos a oficiar un aquelarre endemoniado donde el color rojizo de las luces y la cruz invertida que decoraba la espalda de la batería nos indicaba que no era precisamente una representación de Els Pastorets.

Las arengas y razocinios distribuidos a diestro y siniestro por la lengua bípeda del Predicador Ollé iban subiendo de tono luciferino al mismo tiempo que caían las prendas de ropa y el pudor de los presentes, que poseídos por la magia del sermón y la efectividad de los más de 7º por cerveza, entraron en un estado de excitación muy similar a los producidos el siglo pasado en las iglesias pentecostales. Las sillas sirvieron de poco y las más creyentes se sacudieron los prejuicios y se adelantaron a ser bendecidas por el sacerdote lascivo, los movimientos pélvicos seguían la melodía del violín como ratones al Flautista de Hamelin, pero en lugar de llevarlos al borde del mar y guiarlos a una muerte segura, perecimos de calor y sudor en las Calderas de Pedro Botero.

Dentro de la diabólica posesión y volcados por una pasión animal irrefrenable el prior satánico de la banda incendió su guitarra en una alegoría sarcástica de la mierda que estamos comiendo en estos días y que nos convierte en más cochinillos de matadero de lo que éramos hace dos años. Como no podía ser de otra manera, se fornicó con el público de una manera simbólica, seguramente por imperativo legal y moral, aunque de la segunda andan escasos cuando están elevándose en oración, y cuando no también.
Se mezclaron con los herejes de esa noche y gozaron en comunión de una orgía y bacanal de música acústica y de los disparos de los fotógrafos que no duelen al momento, pero provocan verdaderas tragedias cuando ves las fotos publicadas en redes sociales y quieres negar que pusiste esa cara, que tocaste eso que tocabas e incluso que estabas allí y no en la Catedral de Burgos rezando.

Momentos álgidos de la ceremonia fueron los Evangelios de Judas: Speaking On The Devil, Last Dream For A Dead Man, Black And Decker y los nuevos cánticos mefistofélicos Funny Consequences y Goltone.
Una tradición navideña que se debe conservar es la celebración de la misma que instauraron hace unos años Rocksound y Th´Booty Hunters, y que mientras no tengamos levantado de nuevo el templo del rock, deberemos buscar parroquias que nos acepten tal como somos. Th´Booty Hunters siempre es sinónimo de calidad y en Navidad más.
JLBad


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