
Brighton 64
Sala Upload
Viernes 22 de abril de 2022
Pocos conciertos hay que sepas que no puedes faltar por nada del mundo, ya me perdí la reunión de Top Models en Sidecar por culpa de una lesión, pero esta noche, aunque fuera con cabestrillo debía estar en la Upload. La última vez que vi a Brighton 64 fue en los Pocket Concerts del Centro Cultural Collblanc Torrassa, pero era complice de la organización y os puedo asegurar que nunca se disfruta igual una actuación si estás implicado, más pendiente de que todo salga bien que de abandonarte a la música. En aquella ocasión presentaban «Esta vez va en serio» y recuerdo con mucho cariño lo que nos costó subir las Scooter customizadas al escenario, más que nada porque no cabían en el ascensor.

Esta ocasión era especial, han cumplido cuarenta años y en lugar de padecer la típica crisis de identidad, parece que estén gozando de una segunda o tercera juventud, pero con la experiencia de los años vividos, sufridos y disfrutados, que es lo bonito del asunto, con menos pelo pero más sabiduría. Como no quería sorpresas llegamos más que puntuales a la Upload y mi decepción fue suprema porque no entendía como podía estar tan vacía, nada, consecuencias del «ansia puta», porque a diez minutos de comenzar el show no cabía un alma y afortunadamente nosotros estábamos en primera fila, como debe ser.
En el teclado colgaba la bandera de Barcelona y en el fondo el puño de Brighton 64, dos iconos de la banda que eran necesarios para remarcar la identidad. No con puntualidad inglesa, pero tampoco lo son, salieron al escenario y la ovación fue sonora, fuerte y sincera, es decir, todos estábamos igual, con ganas de nostalgia, recuerdos, música y buenas vibraciones, además de las grandes dosis de mala leche que han desarrollado en esta nueva época. Comienzan con «Conflicto con tu ayer» y dejas de tocar el suelo porque la gente te lleva de un lado para otro, mientras que te cae encima algo parecido a un cubata y sobre todo cerveza, «El país de Mortadelo y Filemón» nos sirve para cagarnos colectivamente en todos los hijos de puta que pueblan las altas esferas de este estado.
Calmamos un poco el asunto con «Quan baixis del avió» y «Playas del Mediterráneo», ya que no es cuestión de provocar infartos o lipotimias desde el principio, pero con «La Próxima vez» vuelve la locura y no dejamos cantar a Ricky su pregunta de «dónde están los demás».

Los temas iban cayendo uno tras otro en un repaso inteligente a discos como «Más de lo mismo», «Esta vez va en serio», «Como debe ser», «Fotos del ayer» o «Brighton 64», todas las canciones coreadas por el público que provocaba una condensación tal que el suelo parecía más una pista de patinaje que la olla de una sala de conciertos. No recuerdo cuando invitaron a los antiguos miembros de la banda para presentarlos como Brigthon Legends, pero sé que fue un momento emotivo y agradecido por todo bicho viviente. Puedo asegurar que perdí la noción del tiempo cuando sonaron encadenadas «Bola y Cadena» y «El mejor Cocktail», también perdí media cerveza y desde luego la voz, a mi lado mis compañeros no paraban de votar, saltar y gritar, pero no era para menos, esas canciones son himnos generacionales para la mayoría de los que llenamos la sala, aunque he de decir que había mucha gente joven, tanto que posiblemente cuando se publicaron esas canciones no estaban ni planificados todavía.

Todo perfecto, sonido magnífico y repertorio exquisito, pero veía que se acercaba peligrosamente el final y me faltaban al menos dos temas que para mi fueron y son muy importantes, el primero se dejo escuchar al final del bolo, «Barcelona Blues», y toda la sala de desgañita con «esto es Barcelona, Barcelona Blues»… y cómo no, el otro himno cae al final del bis, con explosión de éxtasis colectiva y desenfreno generalizado que te hace ir de un lado a otro sin necesidad de mover los pies, «La casa de la Bomba» remató un concierto maravilloso, espléndido que tardaremos en olvidar, es imposible adivinar las veces que he visto a Brighton 64 en estos 40 años, si recuerdo que mi primer bolo era un desaliñado hippy entre gente trajeada que me miraba mal, afortunadamente esas fronteras mentales se han caído con la edad igual y lo que me encontré al finalizar el bolo fue a un montón de amigos que hacía años, incluso décadas que no me tropezaba y que fue un digno colofón a una noche inolvidable.
Texto y Fotos: JLBad


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