
MICHAEL KIWANUKA + MYCHELLE
Sala Razzmatazz. Barcelona
16/09/2022
A veces, pero solo a veces, todo encaja, la banda o el artista al que vas a ver, el disco que presenta, la sala en la que se celebra el concierto, el sonido, la puesta en escena, las luces y por supuesto tu predisposición. Y entonces, si todo lo anterior citado alcanza el nivel de sobresaliente, se produce la magia y lo del pasado viernes en la sala Razzmatazz fue jodidamente mágico. Colosal, excelso espectáculo el que nos brindó Michael Kiwanuka, pero antes unas líneas para hablar de Mychelle, que bien las merece.

A las ocho de la tarde y ante una sala casi vacía en esos momentos hizo su aparición la joven cantautora londinense Mychelle. Únicamente pertrechada con su guitarra y su maravillosa voz nos deleitó con su música durante los consabidos treinta minutos que les dejan a los teloneros a las pocas personas que realmente le estábamos prestando atención. El resto de gente, pues eso, pasando olímpicamente de ella, pidiendo en la barra, hablando por el móvil, saludándose, comentando la semana, la muerte de Isabel II, qué se yo. El caso es que este nuevo valor con tan solo un par de EPs publicados nos regaló un mini bolo muy disfrutable, con canciones tan bonitas como «Forbbiden fruit», «Honest» o «Promises» y nos ganó con su timidez, su candor y su sincera emoción por tocar en Barcelona como nos comentó. Un grato descubrimiento que nos dibujó una sonrisa en la cara para afrontar la espera hasta que comenzara el show de Michael Kiwanuka, espera que por otra parte se hizo muy agradable debido a la excelente selección musical que la amenizaba, qué gustico para las orejas escuchar en la Razz a Bobby Womack o a Jimi Hendrix, por poner dos ejemplos.

Y poco pasadas las nueve de la noche se apagaron las luces y empezó el viaje, los músicos tomaron posiciones: guitarra, bajo, batería y teclados más dos cantantes (me niego a llamarlas coristas, no les hace justicia) para que Michael hiciera su entrada mientras sonaban las primeras notas de la preciosa «Piano joint (this kind of love)» del tremendo «Kiwanuka» (2020), disco que venía a presentar, dos años después, tras dos aplazamientos pandémicos y que fue interpretado casi en su totalidad. Desde un primer momento se sentía que aquello era algo especial, la banda ejecutaba los temas a la perfección dotándolos de músculo guitarrero cuando se precisaba y de groove negro cuanto tocaba, el teclado aportaba esos arreglos y matices tan bonitos de las canciones, incluso engrandeciéndolas y las fabulosas hermanas soul mencionadas llevaban las canciones a otro nivel además de darle bien a los bongos y a las maracas en algún tema. Y Michael absolutamente maravilloso, enorme, pleno de voz y de una simpatía y buen rollo arrolladores, abrió su bolsillo y nos metió a tod@s en él durante todo el recital.

Al segundo tema nos pusieron a bailar con «One more night», con «Black man in a white world» nuestro hombre nos invitó a la catarsis repitiendo el estribillo hasta el infinito, y bien que aceptamos su invitación, «Hero» fue uno de los pináculos del show y una de las más celebradas, imposible resistirse a la pura belleza de «Hard to say goodbye» o «Light» y qué decir de ese final con Michael únicamente alumbrado por un foco interpretando «Solid ground» en solitario, un momentazo que ni siquiera las urracas parlanchinas de al lado de la barra a las que hubo que chistar para que guardaran silencio pudieron arruinar. Qué manera de cantar, qué sentimiento, qué aura tiene este chico. De diez él y toda la gente que lo acompañaba. Y para el encore se habían reservado algunos ases en la manga, la emocionante «Falling», «Home again», única referencia a su primer disco, uno de los momentos más especiales del concierto con «Cold little heart» y un final con «Love and hate» que hizo que abandonáramos la sala flotando y con la sensación de haber visto el bolo del año. Y pasan los días y esa sensación no se va.
Gracias Michael por tanto.
Texto: Nico García
Fotos: Anthony Baesa y Nico García
Foto Mychelle


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