
THE BLACK CROWES + DEWOLFF
Sant Jordi Club. Barcelona
16/10/2022
Hay muchos Chris Robinson, a la manera taurina de un Curro Romero o a la futbolística de un Guti, es capaz de lo mejor y de lo peor. Nuestro barbudo amigo ha tenido épocas de apatía en las que no quería cantar sus mayores éxitos y odiaba la fama, otras en las que se liaba la manta a la cabeza y salía al escenario en bermudas y con una camiseta de los Lakers, ganándose la reprimenda de la banda, de obsesionarse con la música de GRATEFUL DEAD y obligar a los cuervos a enfrascarse en interminables jams, obsesión esta que llegó a su punto álgido con aquel tostonazo de proyecto que fue la CHRIS ROBINSON BROTHERHOOD, etc. Pero también hay otro Chris Robinson, aquel que se deja de hostias y se lo canta todo, con ganas, con ese quejido característico, el que se deja el alma en cada estrofa, el que baila y se hace el chulo sin parar recordándote irremediablemente a ROD STEWART, ese que maneja a la audiencia a su antojo y la lleva al delirio. Afortunadamente en el anexo del Sant Jordi se presentó este último, pero antes de glosar el concierto de los cuervos, unas líneas para DEWOLFF.

Puntuales a las ocho menos cuarto y con unos razonables cuarenta y cinco minutos para su puesta de largo en los pabellones de Europa estos viejos conocidos de la parroquia rockera de Barcelona gustaron y mucho a la reducida audiencia que ya había hecho acto de presencia, no tienen perdón aquellos y aquellas que se lo perdieron, tratándose de un domingo, pero en el pecado llevan la penitencia, pues nuestros protagonistas rayaron a gran altura pese a no salir a matar (fue de menos a más la intensidad del concierto) y de un flojo sonido, flojísimo si lo comparamos con como sonaron los CROWES, demostraron una vez más lo buenos que son y van para arriba como un tiro. En febrero los tendremos de vuelta por aquí y esperamos y deseamos que la Upload se les quede pequeña. Progresan adecuadamente.

Y por fin, a las nueve de la noche, terminó una espera de años para poder ver a los reformados THE BLACK CROWES, con los hermanos Robinson al frente, interpretando íntegro su epatante primer álbum «Shake your money maker» (1990), uno de los mejores discos de la historia del Rock. Punto. Y por ende uno de los debuts más incendiarios jamás grabados. Por tanto, pocas sorpresas, las diez canciones del citado disco, en el mismo orden y para la posteridad, algunas imágenes y momentos que se quedarán para siempre en mi retina, como cuando fui al baño a hacer sitio para más cerveza y al regresar a la sala con los primeros compases del clásico de OTIS REDDING «Hard to handle» pude ver, desde la perspectiva más alejada del escenario, el impresionante ambientazo que había, bailaban hasta l@s camarer@s, que mucha pinta de fans del rock no tenían precisamente.

«Could I’ve been so blind«, más bailes, más cervezas. La banda buenísima, se echan de menos caras conocidas de la historia del grupo, pero las nuevas incorporaciones aportan no solo la calidad exigible en una formación con esta grandeza, sino también alma y groove. Mención especial para el guitarrista Isaiah Mitchell. Más marcha con «Thick n’ thin» o la disfrutona «Struttin’ blues» con la banda desbocada. Los momentos más relajados e íntimos, muy buenos también, la deliciosa «She talks to angels» o la emoción de «Seen things» muy conseguida con un gran trabajo de las coristas. Y para el final cinco temas más: «Goodbye daughters of the revolution» (Warpaint, 2008), «By your side», canción que da título a su disco de 1999, «Wiser time» (Amorica, 1994) y un par de gemas de su también descomunal segundo disco «Thorn in my pride» y un «Remedy» con el que el pabellón casi se viene abajo.

Tras el clásico amago de retirada regresaron para terminar de matarnos con una revisión del maestro Bowie, ni más ni menos que «Moonage daydream», la cual nos brindó el impagable momento de escuchar a Chris cantar aquello de «I’ll be a rock n’ rollin’ bitch for you», después de leer el muy recomendable libro de su ex batería Steve Gorman, quien haya leído el libro lo entenderá. Justito de duración (hora y cuarenta minutos), se hablaba de dos horas de bolo en los días previos, pero seguramente los problemas de voz que ha tenido Chris y que obligaron a cancelar su concierto de Hamburgo les decidieran a no forzar la máquina. Aun así un gran concierto que esperamos poder a volver a disfrutar más pronto que tarde. Se dice que preparan disco nuevo para el año que viene, aunque tampoco estaría mal una gira por los treinta años del «The Southern Harmony and Musical Companion«, en cualquier caso que vuelvan. Unos clásicos en vida.
Texto: Nico García
Fotos: Pili Pimpinela


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