MAD SIN + THE RATERS
Sala Upload

Lunes, 5 de diciembre

A pesar de ser lunes, a pesar de estar dentro de una semana extraña donde las haya, con afortunados que han podido hacer puente y más jubilosos que pudieron empalmar un acueducto, la sala Upload se presentó llena para ver a estos alemanes que desde 1987 están danzando por esos entarimados lo suficientemente robustos para aguantar su tonelaje musical de estos salvajes.


De entrada nos encontramos con The Raters, banda afincada en Les Illes, pero con una estrecha conexión Barcelona- Balaguer – Mallorca. Formación que desde un inició levantó al personal de su aposentamiento cervecero y comenzó el ritual del psychobilly, presentando en casi su totalidad el trabajo que lleva su nombre y que cuenta con cuatro temas propios, entre los que destacó el que cierra el disco, «I Wanna Be Bad» o «Psychobilly Shot», mientras que las dos versiones, «Fever» y «El Dimoni Dins Jo», testificaron que la banda tiene una proyección poderosa, con un binomio letal en la guitarra de Mister Bad y la voz de Cecile The Beast, que derrocha personalidad y simpatía. Una banda que desconocía y que me engatusó con su fuerza y postura en escena.

Quizás no sea políticamente correcto, pero desde cuándo lo he sido, me gusta más musicalmente The Raters que Mad Sin, banda a la que no le había prestado mucha atención jamás, pero que la constante recomendación de los amigos que viajaron al Festival Azkena Rock en esta pasada edición y la visión de algún video telefónico me convenció. Bendita recomendación, pues ha sido una de las veladas más delirantes que he pasado en concierto, divertida hasta la extenuación, agotadora hasta la eutanasia mental y enriquecedora de felicidad y dicha.

Su estilo es menos purista que la banda predecesora y se lanzan desbocados a una avalancha punk rock que descantilla los huesos como una mala humedad, que penetra en tu interior y no puedes hacer nada para remediarlo. La pasión colectiva que se vivió en Upload por ellos, era como un virus infeccioso que no tiene vacuna, porque los alemanes saben qué deben hacer en cualquier momento y hacen digno el eslogan de «Dale a la gente lo que ella quiere».

Abren el manual de posturas, trucos, movimientos escénicos… todo, absolutamente todo está estudiado para que el público quede hipnotizado bajo su hechizo y lo llevan en volandas hacia donde les sale de las narices, fuegos artificiales y luminotecnia instrumental incluidas. Todo el repertorio presentado con una simpatía inigualable, un regadío de sonrisas que te contagia y sales con un dolor de oreja a oreja de tanto sonreír y cantar, o berrear como fue mi caso, pues no me conocía ni una sola canción, pero no hace falta, porque es una de las bandas más divertidas que conozco, a la altura de unos Toy Dolls por lo menos.

Sigo sin apreciarlos suficiente en disco, pero es seguro que cuando tenga la más mínima oportunidad de ver de nuevo este huracán de rock´n´roll, perderé la razón y lo que haga falta por estar en primera fila, a pie de escenario, para botar, gritar, sacar todos los malos rollos e intercambiarlos por sonrisas, sudor y alegría.
Está claro que si el rock & roll cura la tontería, Mad Sin curan la depresión. Eso sí, al día siguiente, hecho una mierda… como mandan los cánones.

Texto y fotos: JLBad


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