The Delta Bombers
Monkey Madness

Estraperlo, Badalona
Miércoles, 20 de septiembre de 2023

Primera ocasión que me acercaba por la sala Estraperlo y ya tenía ganas. De entrada, apuntar que es una verdadera gozada poder contar con una sala de mediano aforo, que esté apostando por músicas poco aceptadas mayoritariamente, y si lo dudas, échale un vistazo a la programación de La Mercè, que es para mear y no echar gota.
Casi un lleno absoluto, que dejó disfrutar de la música y estar cómodo. Realmente destacable en un miércoles y, por qué no decirlo, donde Cristo perdió el gorro y no fue a buscarlo, que lo hace más interesante. Es por eso que la nutrida parroquia, pertenecía al mundo del psychoblilly, el rock’n’roll clásico y el rockabilly, y había caras habituales en festivales como el Psycho Meeting, de hace pocos días y procedentes de localidades como Terrassa, Sabadell, Cornellà, El Prat, además de una nutrida fauna de músicos de bandas como Wax & Booguie, The Confidents, Radioactivas, Motosierras o Txus Blues entre otros, que parecían estar pasándolo muy bien, como servidor.


Comenzamos la noche con Monkey Madness, banda que el pasado 11 de junio editaba su primer álbum homónimo, tras dos singles anteriores. Todavía me pregunto cómo su batería, pudo tocar toda su actuación con una máscara de gorila, en caucho o plástico… os aseguro que me entraron picores. ¡Qué calor!
Una actuación muy efectiva, donde descargaron temas de gran calidad, léase «El cumpleaños del Sapo», «Evil Boogie», «Soy un león», la instrumental «Happy», y sobre todo el temazo «El bueno, el feo o el malo». Una energía que rápidamente conectó con el público, que tal como nos chivaron, acababan de verles en el Psycho Meeting, y es que son banda para repetir. Guitarras afiladas, postura punk bellaca, contrabajo perforador y batería machacante, que dejan paso a un vocalista que aúlla, grita y se encara con el público de forma muy efectiva. Hay que seguirles la pista y la semana que viene comenzamos a pinchar su disco, «Monkey Madness» en Bad Music. Recomendado.


The Delta Bombers, ya son viejos conocidos del programa, que comenzamos a pinchar con su álbum homónimo de 2014, pero nos faltaba la prueba de fuego, verles en directo. Veníamos recomendados por Diana CF, que era su quinta vez y avisados estábamos, que su estilo había variado con la inclusión de un batería heavy, además que se habían abierto a más sonidos. ¡Joder, y tanto! La banda es una trituradora de esencias y combinaciones extraordinarias, que además despachan con una contundencia morrocotuda y muy estable, pues no tienen un bajón en todo el repert.


El Neon Sounds Tour With Red Hot Riot, les ocupará veinte fechas por toda Europa y extrañamente, comienza en Barcelona, ciudad que últimamente ve, con demasiada frecuencia, que las buenas bandas pasan de largo y no se detienen en una ciudad culturalmente muerta.
Los chicos de Las Vegas, que comenzaron en 2008 queriendo ser una banda de rockabilly, han pasado página y en todos sus discos, cinco álbumes hasta la fecha, lo único que está claro es que es una mezcla de sonidos difícil de clasificar, pero de rockabilly les queda nada más que el espíritu. La guitarra de Andrew Himmler suena a rock clásico, blues y con rebozados de tex-mex en ocasiones. Su Gibson, mismo modelo que utiliza Angus Young, nos lanza ráfagas de rock y blues pantanoso, mezclado con su afición por la música jamaicana. La batería de PJ Franco, que sustituyó a Jesse Alonso en el 2023, es todo menos sutil, aporreando sus herrajes como si estuviera en una banda tributo a Motörhead, al quien sólo le podemos acusar del solo de instrumento, que a mi entender debería haber desaparecido en los 70 y que fue el único momento de respiro en la actuación. El bajista y contrabajista, Gregorio García, a pesar de ser el más bajito de los tres, clava sus botas en el escenario y se echa encima su contrabajo para darnos las únicas sensaciones de rock’n’roll clásico, pero a una velocidad que le acerca más al psychobilly, pero sin entrar de lleno. Para rematar la faena, tenemos al gigante Chris Moinichen, que a los mandos de su Gretsch electroacústica, lo mismo introduce melodías country, como muerde el mástil y las cuerdas y se desboca como un punk de la América profunda. Pero qué vamos a decir de su portentosa voz, verdadero muro de la banda, poderosa, animal y en ocasiones aterradora.


La simpatía que desplegó tras el concierto, contrasta con la cara de “wolf”, que gasta encima del escenario, e incluso cuando salta al público y aúlla y ladra el «Somokestack Lighting» de Howlin´Wolf. Ese tema nos dejó a todos petrificados, por el poderío de sus bramidos, más si cabe, cuando vimos que venía directamente hacia Little Jordi y un pobre servidor, como una flecha, como un perro que te va a devorar, pero afortunadamente la cadena se lo impide, aunque sientes el aliento. La cadena en esta ocasión fue el cable del micro, pero el aullido que nos estampó en la cara, solo hizo que pensáramos, ¿para qué cojones quiere micro este hombre? Todavía tengo los pelos de punta de su versión, verle golpeándose en pecho y sacando ese huracán de voz. ¡Maravilloso!


Casi una hora y media de un repertorio demoledor, asfixiante, estremecedor, y es que no había nadie que no estuviera bailando, aunque fueran unos patosos como el que escribe, que sólo es capaz de hacerse un «statusquo». Temas como «This Is The Nigth» clásico rockabilly de Bob Luman, «Good Disguice», «His The Floor» y el poderoso «Hey! You Know You Wanna!», curiosamente únicos temas de su último disco, «Neon Sounds», que daba sentido y nombre a la gira, se mezclaron con entusiasmo y vítores de la audiencia, que levantaba los brazos con locura, cuando los músicos se quedaban parados como robots, hasta que el respetable no gritara «Uno, dos, tres y cuatro». Y es que no dejan nada a la improvisación, todo está calculado para dar una fiesta de música americana de raíces, pero actualizada. Para colofón destacaré la fabulosa versión de la Credence, «Run Through The Jungle», que sonó como si estuviéramos caminando por la selva vietnamita, mientras que los yanquis bombardeaban al Viet Cong y que me hace cerrar esta crónica parafraseando al cabrón del Teniente Coronel Bill Kilgore:
«¡Amo el olor del napalm por la noche en un concierto!».
Texto y fotos: JLBad


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