ELECTRIC MARY
Sala Razzmatazz 3. Barcelona 
24/09/2023

Que veinte años no es nada cantaba Gardel, pero en este caso de tango poco, Hard Rock testosterónico desde las antípodas el de esta formación surgida en Melbourne que anda de gira celebrando sus dos décadas ya en el negocio.

    Ante una sala abarrotada de un público muy predispuesto hacían acto de presencia en el escenario poco pasadas las nueve de la noche y sin muchas ceremonias arrancaron con «Let me out». Disparidad estilística entre los miembros de la banda o, en lenguaje coloquial, cada uno de un padre y una madre; Rusty y Pete con pintas rockeras arquetípicas, el bajista Alex, que se destapó como el más marchoso, con gafas de sol naranjas y una americana con estampado de ELECTRIC MARY (no la vendían en el puesto de merch, una pena), el enigmático batería Spyda con pañuelo pirata en la cabeza y Brett, el otro guitarra, con un poncho en la onda del Clint Eastwood de los spaghetti westerns, el cual se tuvo que quitar finalizando el concierto, pues, aunque ya haya llegado el otoño, no estaba la temperatura en la sala para ponchos.

   El bolo tuvo todo lo que uno espera de un espectáculo de Hard Rock de altura, la banda enchufada desde el minuto uno, continuamente exhortando al público al desenfreno, una base rítmica potente y precisa, destacando la comentada hiperactividad de Alex, el cual incluso se bajó a tocar entre el público, y ese recurso que tanto recuerda a Lemmy y a Phil Lynott de hacer como si disparase al público con su instrumento. Brett y Pete hicieron un gran trabajo a las seis cuerdas, doblando guitarras de manera brillante y ejecutando notables solos. En cuanto a Rusty, el vocalista, aunque pareciera el más cascadete de los cinco, sacó adelante el bolo con oficio, chuleria y macarreo. En primera fila que es donde nos encontrábamos, no se oía muy bien la voz, pero luego nos comentaron que desde detrás bastante bien.

   Concierto largo para lo que vienen siendo los estándares, que se fue hasta la hora y tres cuartos, en el que destacaron lo más parecido que tienen a una balada «Sorry baby» con un épico crescendo final, su más reciente single «The dealer», adelanto de su nuevo disco «Dinner for wolves», previsto para publicarse a finales de este año, «Woman», con otro gran final estirado hasta el infinito, «One foot in the grave», o «Already gone» en la que los guitarristas se lucieron y en la que apareció por un momento el espíritu de LED ZEPPELIN con unos fraseos de «Whole lotta love» por parte de Rusty.

   La fiesta parecía que iba a terminar con «My best friend» con la banda retirándose entre los «OE OE OE» del respetable, pero tuvieron a bien regresar a las tablas para rematar la faena con una impresionante «O. I. C.». Las caras de felicidad y las opiniones de los asistentes, plagadas de adjetivos terminados en «aza» o en «azo» no hicieron, sino corroborar las sensaciones con las que salimos de la sala, una sensacional banda, un diez en entrega y actitud y un repertorio propio que si bien no es el colmo de la originalidad pone las pilas al más muermo. Pues sí, bandaza y conciertazo.

Texto: Nico García
Fotos: Pili Pimpinela


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