LOS MAMBO JAMBO ARKESTRA
Sala Apolo
. Barcelona
29/12/2023

Aun con un tramo final de año que se nos había cargado un poquito (El concierto navideño de TH’ BOOTY HUNTERS, La nit dels innocents y SATURNA & FRIENDS) no pudimos resistirnos a disfrutar de LOS MAMBO JAMBO ARKESTRA. Han sido varias las veces en las que hemos visto en directo a Dani Nel.lo, ya fuera con los MJ o con los SAXOFONISTAS SALVAJES, pero aún no habíamos tenido ocasión con la citada Arkestra. Además, en la grande de Apolo, que eso siempre suma, la mejor sala de la ciudad, la que mejor suena y la más bonita. Así que allí nos plantamos pasadas las nueve de la noche (un poco justos de tiempo, todo hay que decirlo) para disfrutar de una velada de buena música instrumental y pegarnos unos meneos para bajar los aperitivos, los canelones y los dulces que solemos tod@s comer en abundancia en estas fechas navideñas. No tuvimos problema alguno para posicionarnos en tercera fila, en el lado del contrabajo, pues en la sala, aunque presentaba una muy buena entrada, se podía mover uno con comodidad. De hecho no abrieron los palcos de arriba, se entiende que para que la gente se concentrara en la pista y hubiera mejor ambiente. Así pues, listos y preparados para el show a la hora anunciada. Lo primero que llamaba la atención era el mimo con el que se había preparado el escenario, el kit de batería en alto, detrás de este, un pedestal que ocuparía un personaje del que hablaremos luego y a cada lado una fila de bancadas para la Arkestra adornadas con unas bonitas lonas con la leyenda «LOS MAMBO JAMBO ARKESTRA». Todo preparado para una actuación que no se hizo esperar mucho, pues a las nueve y cuarto ya fueron tomando asiento l@s doce (sí, doce) componentes de esta numerosa sección de viento, para ser más exactos tres trompetas, cuatro trombones y cinco saxos. Todos y todas ataviad@s con birretes y antifaces, lo que le daba un toque muy divertido al asunto. Tras ell@s tomaron el frente del escenario los cuatro componentes de LOS MAMBO JAMBO, esto es Anton Jarl a la batería, Ivan Kovacevic al contrabajo, Dani Baraldés a la guitarra y Dani Nel.lo al saxo. Detrás de la batería de Anton, como decíamos, había un pedestal que fue ocupado por Héctor Martín, conocido guitarrista de A CONTRA BLUES y RAMBALAYA, el cual pese a estar detrás de todos se erigió en uno de los protagonistas de la velada.

   Y madre mía cuando aquello empezó a sonar… no soy muy partidario de estos excesos, no me gustan los discos de grupos de Rock acompañados de orquestas sinfónicas y me da mucha rabia que cuando las bandas se van haciendo más populares añadan segundas o terceras guitarras o metan coristas o secciones de viento y metales, pero es que esto es otra cosa, la música de los MJ sigue sonando cruda y directa, salvaje y visceral, y la Arkestra no hace, sino acentuar esa sensación. Dicen que cuanto más azúcar, más dulce y este aserto nunca fue más verdadero que en el caso que nos ocupa. Sonaba todo en su sitio, la batería de Anton, muy elegante con su batín de raso, marcaba el ritmo de manera precisa y contundente, el gran Ivan daba una masterclass de como tocar el contrabajo a la vez que nos contagiaba su energía, Dani por su parte no paraba quieto tampoco, recorriéndose el escenario sin parar de sonreír y sacándole pepitas de oro a su guitarra. Y como maestro de ceremonias, Dani Nel.lo, ahí es nada, tocando el saxo como si fuera el último concierto de su vida, desafiante, mirándonos a los ojos, con la cara inyectada en sangre y la mirada del tigre. Orgullo de Barcelona, paladín de la música instrumental en cualquiera de los muchos proyectos que tiene y ha tenido, un músico y agitador cultural que, algún día, esperemos que en vida, tenga el reconocimiento que merece por parte de la administración competente, pues poca gente como él se lo curra tanto en esto de la cultura. Y en su pedestal, como decíamos, ese diablillo que responde al nombre de Héctor. Tengo debilidad por este guitarrista, lo confieso, da un buen rollo impresionante, es buenísimo, pero no va de estrella y toca lo que le echen. Pudiera parecer que, siendo miembro de la Arkestra, iba a limitarse a cubrirle las espaldas a Dani, a hacerle la rítmica y a apuntalar los solos de este, pero qué va qué va.

Se intercambiaban los solos, a veces tocaban uno los dos al mismo tiempo y otras veces se los intercalaban, provocándome un ligero dolor de cuello, pues mi atención se iba hacia uno u otro, como si estuviera viendo un partido de tenis, intentando averiguar qué parte tocaba cada cual, geniales ambos. No sabías donde posar la vista, adonde miraras te quedabas embobado, Iván, quien además es el arreglista del grupo, iba superelegante con su traje y sus creepers, aporreaba con maestría su contrabajo y lo daba todo. También era preciosa la estampa de la Arkestra, tod@s sentad@s con una sonrisa en la cara, moviéndose al ritmo, dando palmas y muy pendientes de la partitura que tenían delante, preparad@s para cuando les tocaba intervenir. Dani, el líder, muy agradecido cuando se dirigía al público entre tema y tema, nos contó algunas historias, como cuando recordó los tiempos en los que tocaban en Apolo, en el cabaret burlesque que se organizaba, rindiendo homenaje a Itziar (Madame Taboo) dedicándole la canción «Poderosa». Otro guiño al pasado, de cuando empezaron los MJ, al presentar «Flamin’ hips», referencias a los tiempos pandémicos y las reuniones clandestinas de entonces con «Fiesta en el motel», a l@s polític@s con «Carrera de ratas», o a los saxofonistas de antaño, más concretamente a LEE ALLEN, con «Ases del baile» en la que nos invitó a mover el bullarengue, invitación esta que no dudamos en aceptar. Casi al final del pase, Dani comentó que si los grupos instrumentales americanos de los cincuenta y sesenta hacían versiones de la música de sus series favoritas, por qué no iban a hacer ellos lo propio, para inmediatamente atacar con los títulos de crédito de «El hombre y la tierra» del añorado Félix Rodríguez de la Fuente. El final de fiesta fue un «The whip» antológico con la banda echando el resto, en la cual Héctor bajó de su pedestal para rockear duro con los demás y recibir los vítores del público. 

   Mayúsculo concierto, extenso, hasta veintidós temas interpretaron, de una formación que tiene que sentirse orgullosa. No es fácil llenar una sala como Apolo haciendo música instrumental, pero el trabajo de años da sus frutos, a la vez que nos demuestra que la gente no es gilipollas y todavía valora la música de verdad. Ah, y los precios en el merchandising muy ajustados, salimos de la sala más que satisfechos después de asistir a tan magno espectáculo con unos bonitos recuerdos en forma de disco de vinilo y camiseta. No se puede pedir más. 
Texto: Nico García
Fotos: Pili Pimpinela

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