
Iniciamos en Bad Music una sección de entrevistas a artistas de la escena. Para empezar tuvimos el lujo de disfrutar de un cara a cara con Sergio Martos, líder de SCHIZOPHRENIC SPACERS. Pura pasión.
La excusa es bastante triste, una despedida, que quizás no quisiéramos aceptar, siendo como somos fans declarados de la banda. Por eso el sábado 10 de febrero estaremos sumergidos, entre la nutrida afición, que a buen seguro llenará la sala Upload.
— ¿Qué balance haces de estos veinticinco años de Schizophrenic Spacers?
Haber hecho lo que he querido y haber fracasado en el intento. Lo hemos pasado de cojones y hay un puñado de discos ahí que el que los quiera disfrutar de aquí a un tiempo siempre los va a tener a mano. También lo interesante es que la gente que nos ha visto ha salido contenta del bolo. Es el mayor logro, no agobiar al público que te ha venido a ver.
— ¿Cómo surgió la idea de montar la banda?
Yo siempre he tocado, por mi padre. Él era batería y también cantaba, entonces yo canto desde muy temprana edad. Yo debuté en un escenario con tres años interpretando «Highway to hell» y a la gente le hacía mucha gracia ver a un niño cantando heavy metal. Siempre he tocado, de un modo u otro, la batería, la guitarra cuando he podido… y cantar llevo cantando desde la cuna, así que lo de montar un grupo era la progresión natural. ¡Lo que no tenía ni idea es que iba a estar veinticinco años con el mismo grupo!

— ¿El nombre de la banda tiene algún significado?
Es una estupidez, tío, encima está mal escrito, pero ya como la gente nos conocía así lo tuvimos que dejar.
– ¿Lo de Spacers es por Ace Frehley?
No. Al principio era porque queríamos darle al grupo una temática de ciencia-ficción y mezclarlo también con cosas de Arthur Brown, de Alice Cooper… creo que fue una mezcla de todo lo que nos molaba en la época. Muy popu (Popular 1) todo. Un grupo que tuviera calidad, dentro de la serie B también. De hecho, al principio éramos musicalmente mucho más eclécticos de lo que fuimos después, y nos íbamos desde el psycho-billy hasta el punk más progresivo, era una cosa súper friki que por eso encajábamos mucho menos con el resto de grupos de esa época hasta que al final «la cabra tira pal monte» y acabamos haciendo nuestra propia versión del Classic Rock. El nombre era para ser un poco diferentes, pero fue un error, una estupidez porque hasta el día de hoy nadie ha sabido escribir bien nuestro nombre, hasta yo lo he tenido que buscar alguna vez. Creo que cuando entró Alberto deberíamos haber cambiado el nombre a Spacers a secas, para todo el mundo hubiera sido más cómodo. El nombre es lo peor del grupo.
— ¿Qué nos puedes contar de Lon Spitfire? (personaje que adoptaba en los directos de la banda)
Era la misma gilipollez que lo del nombre, al final era tener un distintivo para destacar en la escena. Teníamos vocación internacional, yo me dirigía al público entre canciones en inglés, y lo hablaba mucho peor que ahora, así que imagínate. Un montón de bandas a finales de los noventa, recuerdo TOKYO SEX DESTRUCTION, ROCKZILLA, muchos con los que compartimos en aquellos años, la mayoría cantaban todos en inglés. Supongo que por el efecto rebote de DOVER, que fue cuando aquí por fin una banda cantando en inglés pegó el pelotazo.
— ¿Por qué decidiste finalmente acabar con el personaje?
Porque al final yo soy yo y no tengo por qué esconderlo.

— Hay un punto de inflexión en vuestra trayectoria que es el disco RIOT, ¿qué supuso para vosotros?
Hacer por fin un disco en el que estuviéramos orgullosos de todos los temas y que las letras no fueran simplemente una colección de palabras para poder cantar en inglés. Fue el primer disco en el que me tomé muy en serio las letras, ya tenía mejor nivel con el idioma. En aquel tiempo estábamos pensando en dejarlo, estábamos muy apalancados, no teníamos batería y todo el rollo y me salieron diez canciones muy redondas en ese sentido. Era un disco de aquí nos vamos, pero nos vamos con los pies por delante y es curioso porque a partir de ahí empieza realmente nuestra carrera, la que ha valido realmente la pena, los últimos diez años.
—¿La portada es de Ladroncomix, como surgió la colaboración? ¿Querías algo parecido a las portadas que hacía Robert Crumb?
Sí, pero le expliqué bien lo que quería porque él es muy bestia a veces, y yo quería algo más elegante. Este disco hablaba mucho de la crisis de entonces, gente que acaba perdiendo su casa… Le puse como ejemplo Hell de James Brown, una portada en la que todos los elementos que aparecen reflejan los temas del disco.
Al final él, tomando como ejemplo esa portada, lo hizo a su manera y quedó muy bien.
— ¿Es It better be good vuestro mejor disco?
Yo no soy quién para decirlo.
— ¿Es el disco del que te sientes más satisfecho?
Es el primero con el que realmente me siento satisfecho, en el que el sonido por fin suena a disco, a nivel de producción y de grabación. Sorprendió mucho el hecho de que Hendrik, que venía de otro mundo, se juntara con nosotros y funcionase.

— ¿Qué ha supuesto Hendrik Rover para vuestra carrera?
Pues, a nivel personal, un amigo. Él con sus rarezas y yo con mis neuras, hemos congeniado de puta madre, nos hemos respetado un montón. Mi primer bolo de Los Deltonos fue con 14 años en Zeleste. Yo en esa época era muy fan, pero luego les perdí la pista, ellos también cambiaron de aires y empezaron a gustarme menos. Cuando yo reconecto con Hendrik es cuando descubro que está produciendo a bandas que me molan. Me llamó mucho la atención un disco que les produjo a The Soul Jacket, Black Cotton Limited (2014). Es un disco que suena del copón y tiene un sentimiento de unidad acojonante.
— ¿Para quién no lo sepa, que eran esos conciertos temáticos especiales que hacíais en los que tocabais el repertorio de una banda o artista o recreabais un disco mítico?
Soy demasiado fan a veces y yo veía qué grupos como PHISH lo hacían y pensé que por qué no hacerlo aquí también a pequeña escala. Empezamos con THIN LIZZY, que en esa época estaban poco reivindicados. Ahí la gente empezó a respetarnos muchísimo, porque hacíamos sonar bien esos repertorios. Cuando anunciamos el de VAN HALEN la gente nos decía «estáis mal de la cabeza, qué osados sois», pero salió muy bien. Luego hicimos THE WHO, hicimos KISS. Lo de los BEATLES nos lo propusieron Acaraperro, que antes de ser promotores hacían noches temáticas. En esa época estábamos sin batería y pensamos hacer el Sgt. Pepper’s como trío, con la suerte de que encontramos a Tete y pasé otra vez a ser frontman. Al final rulamos por toda España tocando ese disco. Lo disfruté muchísimo.
— ¿Y el Billion Dollar Fest?
Otra cabezonería mía, como no me llaman del Azkena, ni de ningún festival potente, pues me monto mi festival. Además, teníamos Barcelona un poco quemada, pues tocábamos mucho, y así trayendo a bandas de fuera para el festival se animaba más la gente. A las bandas que venían de fuera también les convenía. Entre todos hacíamos fuerza.

— ¿Qué músico con el que hayas compartido escenario te ha hecho más ilusión conocer?
Ian Hunter y Angelo Moore. Drivin’ n cryin’ también. Fue genial hacer un bolo con Michael Bruce o hacer de banda de acompañamiento de Johnny Burning.
— ¿Te consideras un escritor que tiene una banda o un músico que escribe?
Yo lo separo mucho. Siempre he tocado y empecé a escribir en Popular 1 en 1998. Al principio escribía fatal. Son dos cosas muy diferentes.
— ¿Cómo empezaste a escribir en Popular 1?
César (Martín) y yo éramos colegas. Lo normal era hacerte redactor y luego entablar amistad con él, en mi caso fue al contrario. Lo conocí en un concierto, viajábamos juntos a veces, a un festival en Bélgica, a ver a BLACK SABBATH a San Sebastián… hubo un momento en el que se fueron de la revista algunos colaboradores, la redacción se había quedado bastante coja. Un día me comentó «tienes lo que hay que tener, sabes un huevo de música». Yo escribía muy mal y se lo dije y él me respondió «ya lo arreglaremos». También me empujó a hacer entrevistas en inglés, la segunda que hice fue con mi ídolo Alice Cooper. Al final le echas morro y sales adelante.
— ¿Qué es el éxito para ti?
No lo conozco, tío, soy yesero, me levanto todas las mañanas, voy a currar y vuelvo a casa. Supongo que el éxito en la vida es no pasar por una enfermedad jodida, tener una pareja a la que quieres, que eso es lo mejor del mundo, y que tus padres estén bien más o menos. A nivel de la banda poder vivir de la música. Yo he tocado toda mi puta vida para poder dedicarme a ello, y por eso creo que el grupo ha durado veinticinco años, porque tenía la esperanza de decir «a ver sí», «a ver sí»… pero no. Mi sueño siempre ha sido vivir de la música, ni siquiera algo que se le parezca ha sido la realidad.
El próximo sábado diez de febrero SCHIZOPHRENIC SPACERS ofrecerá su concierto de despedida, acompañados de BOURBON en la sala Upload a partir de las 19.30. Despidamos a esta banda única como se merece.
Texto: Nico García y Pili Pimpinela
Fotos de directo: JL Bad
Fotos: Archivo banda


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