THE ELECTRIC ALLEY
Sala Razzmatazz 3
. Barcelona
06/04/2024

De un tiempo a esta parte, dos lacras acechan a nuestra amada música del diablo, por una parte, tenemos la plaga de las bandas tributo, ante la que poco podemos hacer, pues este es un país libre y cada un@ se gasta su dinero en lo que le da la real gana. Es triste que bandas como la copa de un pino, como la que nos ocupa, ofrezcan su (original) arte en salas medianas y pequeñas, mientras que en las grandes de Apolo y Razzmatazz programen a clones de las bandas de siempre (ya saben: QUEEN, METALLICA, GUNS N’ ROSES, AC/DC, etc.). El mercado es libre, como decíamos, y poco se puede hacer si hay gente dispuesta a pagar por ver a gente disfrazada, haciendo un calco de lo que ya hicieron otros, pero sí que deberíamos poner una línea roja en el momento en el que espacios de dominio público, como el Palau de la Música, se dedican a programar tales engendros. Tres cuartos de lo mismo con los festivales de música (subvencionados en parte con dinero público), que deberían ser escaparate para nuevas propuestas y trampolín para grupos noveles.

   La otra lacra a la que nos referíamos son es@s agorer@s, que, de tanto en tanto, anuncian la muerte del Rock. Esto no es nuevo, viene pasando desde que Elvis se incorporó a filas, a finales de los años cincuenta, y es algo cíclico. El Rock es como esas cucarachas que seguirán vivas después de la guerra nuclear, ha sobrevivido a los sintetizadores, a la música disco, al Rap, a la aparición de internet, a las descargas ilegales, al reaggeton, a Spotify, a operación triunfo y a Ticketmaster. A nuestra música favorita no se la mata tan fácilmente, y menos cuando contamos con soldados del Rock como Jaime, Nando, Sergio y Rafa, más conocidos como THE ELECTRIC ALLEY. Gracias a ellos, y a muchas otras bandas, que el viernes, después de trabajar toda la semana, se suben a la furgoneta y se pegan un hartón de kilómetros para actuar, a veces hasta perdiendo dinero. Por eso tenemos que tomarnos como un triunfo, ellos y nosotros, lo acontecido el sábado pasado en la sala pequeña de Razzmatazz, una pequeña batalla ganada que sabe a gloria. Un sold out que tiene más mérito aún si tenemos en cuenta que la última visita de los gaditanos fue hace menos de un año, y que los confirma como una de las bandas fetiche del público de Barcelona y alrededores. Doce años ya de carrera, sacando discos cada vez mejores y con un directo inapelable. La sección rítmica como siempre fantástica, Rafa a la batería es un seguro de vida, es como tener un ático en Paseo de Gracia, marcando el ritmo con precisión y potencia, y Sergio a las cuatro cuerdas no le va a la zaga. La década larga que llevan tocando juntos y los cientos de bolos que tienen a sus espaldas hacen que toquen de memoria y proporcionan el marco perfecto para las guitarras de Jaime y Nando, los cuales se deben sentir más que tranquilos teniendo a estos dos fieras detrás. Nando es un guitar hero de perfil bajo, nada de aspavientos ni de posturitas, él se dedica a lo suyo, que es sacar oro molido de su Gibson, no fallar una nota y clavar los solos, todo ello sin perder la sonrisa. De diez también. Como maestro de ceremonias y cara más visible está Jaime, una de las mejores voces de este país, y el tío que mejor canta en inglés sin ser su idioma que yo haya escuchado, además humilde, encantador y cercano. Sus alocuciones entre tema y tema eran las de un tipo con los pies en el suelo, con conciencia de clase, sabedor del tiempo en el que le ha tocado vivir, pero también crítico con el tema tributos, a los que hizo referencia de manera velada y elegante en uno de esos momentos en los que se dirigió al público.

   Los cuatro dan lugar a un ente que, cogiendo lo mejor del Hard Rock de las décadas de los setenta y ochenta, consigue un sonido genuino y personal, no son para nada una banda revival. Sus influencias (sobre todo LED ZEPPELIN) están a la vista, pero les imprimen su particular sello. 

   No ofrecieron nuevo material, ni falta que hace, siguen presentando «Apache» (2022), del que interpretaron media docena de temas, combinándolos con canciones de sus tres álbumes anteriores, más el añadido de una estupenda «Cowboy song» de THIN LIZZY. Un set muy equilibrado en el que dejaron para el final los números más acelerados, caso de «Get electrified!», «Up in flames» o «No control», el de una banda que mantiene un idilio con el público de Barcelona, el cual visto lo visto, y escuchado lo escuchado, será, como en las novelas románticas, para toda la vida.

   Así que ya sabes, te puedes quedar en casa pregonando por las redes que cualquier pasado fue mejor, o puedes mover el culo y desplazarte a alguna de las salas que todavía programan Rock del bueno, y para Rock del bueno, THE ELECTRIC ALLEY.
Texto: Nico García
Fotos: Pili Pimpinela


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