
XXII FESTIVAL DE BLUES DE BARCELONA
NOA & THE HELL DRINKERS
TIA CARROLL & QUIQUE GÓMEZ
JOHN NÈMETH
Sede del Districte de Nou Barris
6.07.2024
No era cuestión de dejar pasar la oportunidad de celebrar los dos patitos del Festival de Blues de Barcelona, por la calidad que le imprimen siempre al cartel y por la militancia que conlleva simpatizar con la Asociación Capibola, premio Bill Big Broonzy de la Societat de Blues de Barcelona, por su trabajo en la promoción del blues.
Ha llovido mucho desde aquel 10 de julio de 2006, cuando al salir del Poble Espanyol de disfrutar del maestro BB King en concierto, Willy y Ricard, decidieron montar Capibola para mostrar al mundo la música tan maravillosa que es el blues. Desde entonces, más que llover, han caído chuzos de punta, los pobres somos más pobres, y los ricos más ricos e inútiles, los políticos más corruptos y la ambición más dañina. Para una asociación entroncada en el tejido social de Nou Barris, eso ha sido un estigma desde antes de su nacimiento, y lejos de encontrar aliados tras las mesas de la administración, han tenido que arreglar en numerosas ocasiones los radios de la bicicleta, porque siempre hay gentuza que se dedica a poner palos entre las ruedas. Primero fue el Festival de Nou Barris, con numerosos cambios de ubicación, algunos sin sentido común alguno, todos los años trabas administrativas y un sin fin de meapilas y pagafantas esperando el desastre para finiquitarlo definitivamente.
La ignorancia supina de los que, al ser elegidos, se creen el ombligo del mundo, no les dejó entender que quien nada tiene, no tiene miedo a perder absolutamente nada, y el que pisa fondo, puede coger impulso para salir de nuevo a la superficie. Eso es lo que han estado haciendo Capibola durante más de dos décadas, pillando impulso y saliendo a respirar de nuevo. Programaciones varias de conciertos, la Escuela de Blues, un ejemplo a seguir, envidiable, que lejos de encontrar apoyos, ha sido perseguida sistemáticamente hasta conseguir que desapareciera, pero ojo, que amenaza con resucitar. Una Escuela de Blues de la que han salido una nueva generación de músicos que nos aseguran un gran porvenir, entre tanto autotune, banda tributo y acólitos de los partidos gobernantes que se apuntan al chollo.
Su paso por el Poble Espanyol fue épico, recreando una vida cultural en torno a la música negra, de la que solo obtuvieron sinsabores burocráticos y el amor de un montón de gente que los adora, entre los que se encuentra Bad Music y un servidor.
Precisamente de aquella añorada escuela de blues, surgió un relevo generacional que con Isaac Chacón a la cabeza, y la militancia activa de los originales Ricard y Willy, nos proporciona un futuro espléndido, si consiguen aprender a luchar contra la inoperancia e indigencia intelectual de los politicuchos de turno. ¡Aprended, chavales! Esto es una selva y está llena de caníbales, de todos los colores.
No era cuestión de dejar pasar la oportunidad de celebrar los dos patitos del Festival de Blues de Barcelona, aunque nos perdiéramos la celebración del viernes, que a todas luces fue grandiosa, por lo que pudimos recoger in situ.

NOA & THE HELL DRINKERS
Entrábamos por la puerta del recinto de la Sede del Districte de Nou Barris, justo a tiempo, cuando sonaba la explosión sonora de «Boogie Woogie Bang Bang», comprobando rápidamente que a esta banda, la dejas de ver unos meses y se te han subido a la chepa, crecen exponencialmente en calidad, desparpajo y energía. La evolución que ha acumulado, desde aquella primera vez que los disfruté en la Plaza de Los Dolores del Benicàssim Blues Festival, es astronómica, ayudada por las mutaciones en el interior del combo, hasta configurar una parrilla de salida ejemplar y maravillosa.
No cabe duda que el centro del huracán, nunca mejor dicho, es Noa, que se quejó de no haber podido ir al gym por el viaje, pero que le aseguro desde aquí, que a mí me entraron agujetas de ver como impartía clases de body combat, body pump, algo de artes marciales y demás katas aeróbicas. Ahora me descalzo y cabalgo, ahora me vuelvo a poner los tacones, me meto con el público para que me sigan en los meneos, vuelvo a descalzar, me cargo las medias… Es un torbellino en escena, siempre con una sonrisa, incluso cuando pone cala de mala leche, que puedo asegurar que la pone.
El repertorio excelente, repaso a su magnífico Hell´s The New Heaven, y piezas del no menos agraciado Craft Blues. Canciones de desamor y reproche, de rencor y curar heridas, que de eso el blues sabe mucho, con una banda arrolladora, en ocasiones rozando el hard blues, y con un volumen atronador, quizás excesivo para el recinto.
Temas como «Bullfrog Blues», levantan hasta los difuntos del cementerio, «Worried Mama’s Blues» te recarga las pilas de mala manera y «Voodoo Woman» les define a la perfección.
Hubo un momento de tranquilidad, para reponer aliento con «The Last Goodbye», interpretada por Noa en el piano y en solitario, para terminar el show con un «Roadhouse Blues» energético y vitaminado.
Para colofón, sin tacones, bajaron Noa y Gonzalo Portugal con su guitarra a tocar entre el público, crear ese feed back cercano que a algunos músicos les da vida.
No puedo dejar de mencionar la calidad y puesta en escena de Manu Gestido al bajo, así como la aportación de Ibai Ros a los tambores y el grandioso Paul San Martín a las teclas.
Ganas de verles de nuevo… ¡YA!

TIA CARROLL & QUIQUE GÓMEZ
Era el momento de encontrarnos de nuevo con la maravillosa voz de Tia Carroll, que ya disfrutamos en el Ciclo de Blues & Boogie de L’Hospitalet, hace unos años. Desgraciadamente, aquí comenzó el lado oscuro el evento, que causó estragos entre el público. La lluvia apareció, cuando Quique y su banda estaban interpretando el primer tema, todavía ausente la vocalista, y que de forma muy inteligente y profesional, el armonicista cortó por lo sano, justo cuando un servidor estaba poniéndose nervioso, que los cables los carga San Pedro y no le gusta la gente del blues.
Willy, uno de los responsables de la organización, genio y figura donde los haya, salió a pedir disculpas y arremetió contra los políticos, que no les habían hecho caso de alquilar un escenario techado, en un vituperio más de la insípida eficacia del consistorio, bien de políticos, asesores, abrazafarolas o técnicos abrebraguetas, que no tienen ni prostituta idea de lo que llevan entre manos.
Era ridículo, porque no llovía mucho, pero lo suficiente para poner en peligro a los músicos, porque os aseguro que el personal, hubiera aguantado un chaparrón y no hubiera abandonado el recinto, pero un parón de algo más de media hora, sí que corta la dinámica del espectáculo.
Volvieron al entarimado, y como Quique es un estupendo maestro de ceremonias, además de poseer un humor negro bastante punzante, volvió al principio, como si de un déjà vu se tratara.
Tia Carroll, tiene una excelente voz, pero más importante es el background que atesora, pues desde los dieciocho años, está pateándose los escenarios, mostrando las influencias que ha ido atesorando y que pasan por nombres como Koko Taylor, Etta James, de la que entró un tema, Nina Simone, Tina Turner y Aretha Franklin, entre otras. Ha ganado el prestigioso West Coast Blues Hall, como mejor vocalista de blues y soul, además de compartir escenario con B.B. King, Ray Charles, Jimmy McCracklin, Sugar Pie DeSanto y E.C. Scott, Syl Johnson, por decir algunos.
Lo que no saben los besachanclas de izquierda ficticia, es que esta mujer, además de ser una de las grandes, ha luchado más por los derechos sociales que todos ellos juntos en su deprimente existencia. Reivindicando los derechos de las mujeres y no solo haciéndolo encima del entarimado como esta noche, tiene su propio programa de radio en kpoo.com, los miércoles a las 9 a.m hora de San Francisco. Os recomienzo escucharlo; el que hizo con Zakiya Hooker, es una maravilla radiofónica.
Sobre el escenario desplegó toda su magia, simpatía y musicalidad, arropada por una gran banda, comanda por el gran Quique Gómez a la armónica y voz, Curro Serrano a una magnífica guitarra que nos dejó boquiabiertos en un par de ocasiones, David Salvador al bajo, con su pinta de profesor de matemáticas que no falla jamás, y Guillaume Destarac a la batería.
Carroll jugo con el público, mejor dicho, nos hizo jugar con ella y su grito de «potensia», muy divertido, caminó más por los caminos del soul que del blues, pero la piel no respondía y se volvía de gallina por momentos.
De nuevo el ridículo más pordiosero de la racanería administrativa, cuatro gotas mal contadas y Quique mirando al cielo, mientras que mis tripas, por deformación profesional, pedían cortar más rápido. Era crónica de una muerte anunciada y así fue, se terminó el concierto, antes de lo que hubiera sido deseable, que no recomendable.
Y de nuevo la organización, subiendo una carpa de cervezas para tapar parte del escenario, imagen con la que debería caérsele la cara de vergüenza a más de uno, pero como no tienen, ni han sabido jamás lo que es, no pasará nada.
Fantástico concierto de Tia Carroll & Quique Gómez, que en realidad me gusto bastante más que su paso por el Ciclo de Blues & Boogie, quizás, en aquella ocasión, estaba muy cerca el Covid y la vi más cansada.

JOHN NÈMETH
La segunda cortada de rollo, consiguió que otro puñado de gente se marchara del recinto, pero una nutrida parroquia aguantó la desesperación, mirando el móvil para ver la previsión, que maliciosamente anunciaba tormenta para la una de la madrugada.
Con más de media hora de retraso apareció la banda, con Nèmeth en cabeza, y sus The Blue Dreamers, pero ojo, no olvidemos que en la guitarra, durante la gira, está el fabuloso John Paul Keith, a quien pudimos ver en la sala Upload hace algo más de un año, en un concierto extraordinario, en el que no llegábamos a las ocho decenas de personal, y desde luego con la ausencia total de la parroquia del blues. The Blue Dreamers lo terminan de configurar Danny Banks en la batería y Matthew Wilson al bajo.
La banda era conocedora de la urgencia del concierto y la posibilidad más que plausible de no terminarlo, por si algún despistado o inocente crédulo, pensaba que podríamos disfrutar de la hora y media reglamentaria y algo de prórroga, la organización lo dejaba claro, al no retirar la carpa cervecera del escenario, la carpa de la vergüenza.
De esta guisa, con el batería escondido debajo de la carpa, sin poder levantar los brazos para no tocar el techo de la misma, comenzaron las notas de «Sweet The Shack» y es que atacaban fuerte los muchachos. El entusiasmo del público era directamente proporcional a la alegría de los músicos encima del escenario, sobre todo la de John Nèmeth, que alguien avispado me dijo que se parecía al personaje televisivo El Monaguillo y desde ese momento, no me lo pude quitar de la cabeza.
«Come and Take It» sonó potente, con esa reminiscencia que posee a John Lee Hooker y donde la armónica de Nèmeth se cruzó por primera vez con la elegante guitarra de Paul Keith. Armónica que sobrevoló omnipresente por las columnas del recinto en «Elbows On The Wheel», con unos coros fantásticos por parte de la banda, que transformaba el rhythm & blues en un góspel por momentos, adjudicando el fin del viaje a Barcelona, lo que provocó el júbilo colectivo.
No había momento que perder, así que de «Deprivin’ a Love», se pasó rápidamente al espiritual «I Can See Your Love Light Shine», donde dejó claro que además de uno de los mejores armonicistas del momento, es un vocalista poderoso, y es que la noche estaba dominada por las grandes voces, Noa, Tia Carroll y ahora John Nèmeth, qué gozada para las orejas.
Una entrada mágica de John Paul Keith en el tema «Feelin’ Freaky», nos impidió reconocerla en un principio, porque le imprimió un aire western a lo Ennio Morricone, en la saga de Sergio Leone, que hasta el propio Nèmeth le pedía que siguiera, llegando a estallar con ese temazo que no deja títere con cabeza. Pero todavía faltaba lo mejor, dio tiempo a desempolvar el «Country Boy», «Rock Bottom» y por supuesto y gracias a Satanás, «The Last Time», aunque no en ese orden.
Todo terminó en un coitus interruptus, debido al chaparrón que nos escupieron desde el cielo, nada más pasar las agujas de la una de la madrugada, y es que cuando hay que joder, los meteorólogos no se equivocan.
Ya no hubo nada que hacer, quizás quedaba media hora más de bolo, algún bis o dos por el entusiasmo de la gente, que en número abundante tenía la esperanza de continuar con la fiesta, pero como ya hemos dicho antes, la indigencia intelectual de un limpiaculos, impidió que así fuera, y un músico como John Nèmeth, con cinco Blues Music Awards en su haber, reverenciado por dónde pasa, era un completo desconocido para el consistorio catalán… vergüenza de una ciudad cada día más turística y menos humana.
¡Enhorabuena, Capibola! ¡Felicidades por vuestros primeros veintidós años de militancia desde las trincheras del blues social!
¡A por ellos, que son pocos, cobardes e inútiles!
Text y fotos: JL Bad


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