
DAVID GILMOUR
LUCK AND STRANGE
SONY MUSIC
6 de septiembre de 2024
Un regalo, esto es lo que es el nuevo disco, quinto en solitario, del que fuera vocalista, multiinstrumentista, líder de la banda en la última época, pero sobre todo guitarrista de PINK FLOYD.
Antes de que se me acuse de hiperventilado, recordar primero que nuestro protagonista tiene ya setenta y ocho años cumplidos, no le tiene que demostrar ya nada a nadie, su currículum habla por sí solo, suyo es el reconocible sonido de guitarra de una de las bandas más grandes (sino la que más) de la historia. Dicho esto, a David le trae al pairo lo que opinemos sobre su disco, ha hecho lo que le ha dado la gana, lo que le sale de dentro. «Luck and strange» no es un clásico del Rock, no es, como he leído por ahí, «su mejor disco desde The dark side of the moon», no nos volvamos locos, eso sería ponerlo por encima de «Animals» y «The wall», entre otros. Ni siquiera creo que sea el mejor de su recomendable discografía en solitario, pero es un producto de una calidad incuestionable, toca igual de bien que siempre, conserva la voz y la producción es fantástica. Qué bien que está envejeciendo el bueno de David, todo lo contrario que su némesis, y antiguo compañero de banda, Roger Waters, que sí, que hará shows muy espectaculares y tal tirando del legado Floyd, pero que está muy por debajo de Gilmour hoy por hoy en como artista, además de ser un auténtico pelmazo.
El disco en general es muy disfrutable, para mí hay tres highlights en él, la preciosa versión de MONTGOLFIER BROTHERS, cantada a dúo con su hija Romany «Between two points», la poderosa «Scattered», compuesta en familia por David, su mujer Polly Samson (que firma junto a DG casi todos los temas) y el hijo de ambos Charlie. El tercer momentazo es la canción que cierra el disco, incomprensiblemente solo en la versión en CD, y que es un reprise de la canción que da título al álbum, «Luck and strange original bar jam», un viaje de catorce minutos, un auténtico festín para los amantes de las atmósferas que crea Gilmour con su instrumento. En vinilo faltan esta y «Yes, I have ghosts» de aires irlandeses, también con la colaboración de Romany a las voces. Un disco, como se ve, muy familiar en el que David transmite paz y serenidad. Más allá de lo comentado, ninguna canción me ha parecido excelsa, pero seguro que cualquier fan de los Floyd disfrutará con temas como «The piper’s call», «A single spark» o «Dark and velvet nights». No sé si es su mejor trabajo en solitario, el tiempo lo pondrá en perspectiva, pero tengo claro que David ha hecho el mejor disco que ha sido capaz, por todo ello, notable alto para David. En cuanto al sueño húmedo de verle en directo, pinta mal la cosa de momento. En Europa ha optado por hacer seis noches en Roma y otras seis en Londres y después a finales de mes una gira de dos semanas por Estados Unidos. Yo que soy un soñador, como decía John Lennon, sueño conque le haya pillado el rollo a lo de tocar seis bolos en una ciudad y escoja Barcelona para el año que viene y, entonces, ya sí que me arruinaría del todo pero con una sonrisa en la cara.
Texto: Nico García

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