Pues resulta que hoy, 13 de febrero, es el Día Internacional de la Radio, lo cual no es muy halagüeño, si tenemos en cuenta que cuando se dedica un día a algo, es que está en precario o en vías de extinción.

La radio es muy importante en mi historia, algo que no puedo explicar con palabras y que entró en mi vida de una forma casual y se convirtió en toda una actividad irracional.
Recuerdo que de pequeño, me tiraba en la cama y con un viejo cassette Philips, y arramblando un viejo transistor, grababa las canciones de la radio, para poder escucharlas luego. Tenía mis programas favoritos, como Al Mil Por Mil; hasta que cuando alcance la perturbadora juventud, caí en el pozo de Radio 3.
En la madurez, librado del servicio militar por increíbles peripecias, que nadie entendió y posiblemente nadie entendiera ahora, le tocó el turno a un amigo de los buenos, que se estaba volviendo loco en aquella pesadilla que, afortunadamente ya no existe, pero muchos carcas reivindican como creador de personalidad, cuando en realidad era un enorme mojón de excrementos pseudo fascista.

Convencí a unos colegas para grabar un programa de radio ficticio, y le mandábamos cintas con las grabaciones, que resultaban ser un alivio en el infierno, no solo para mi amigo, para el resto de reclutas. Esa fue mi primera experiencia radiofónica, Pan de Higo llamamos al primitivo e ilusionante programa. De ahí, se supone que ya adulto y taxista, dos cosas que no siempre van unidas, comenzaron mis colaboraciones en La Taverna Del Llop de Consol Sáenz en Radio 4, y con Manuel Ibarro en Radio Badalona —creo recordar—.
Lógico era que tarde o temprano intentara la aventura y fue en la emisora pirata Ona Popular de Sants, donde a las órdenes de Ferran Amado y otros personajes inconscientes, nos dejaron hacer El Tiempo Está de Nuestra Parte… corría el año 1985, que se dice pronto, pero hace la friolera de 40 años.
De aquel programa seminal de la Ona, nos ofrecieron pasar a una emisora municipal, ¡anda la ostia!, y nos fuimos encantados a Radio Cornellà, para comenzar a manejar Malas Compañías, programa con el formato de informativo de rock, que aguantó una década completa, tras la cual, abandonamos, puesto que no había futuro y la verdad es que no avanzábamos.
Claro, esa era la pregunta que no planteábamos, ¿avanzar hacia dónde? Estuve poco tiempo sin los micrófonos, las cintas y los giradiscos, aunque ya estaba de pleno metido en el mundillo musical, con fanzines primero y más tarde con revistas. Poco duró el descanso, puesto que recibimos una oferta de Radio L’Hospitalet, nuestra ciudad, así que en febrero de 1996 se emitió el primer programa de Bad Music, que sigue hasta la fecha, aunque ha cambiado de emisoras, de Ràdio L’Hospitalet a COM Ràdio y más tarde a ScannerFM, donde en la actualidad militamos, además de en Fusión Barcelona FM, la primera es una emisora internauta, la segunda sigue estando en la amada FM.


Desde la radio hemos creado fanzines —Malas Compañías—, revistas —Free Rock y Bad—, dos programas paralelos —Bad Music Blues y Bad Music Jazz—, documentales —Barna Blues. La historia del Blues en Barcelona—, discos —dos álbumes recopilatorios y Pactando con el Diablo. Tributo a Robert Johnson—, organizando conciertos y ciclos —Bad Music Festival, Bad Sessions, Pocket Concerts o las actuales Bad Music Sessions—, una década de televisión con Bad Music TV, y lo más importante, una parte fundamental de mis amistades, han sido labradas alrededor de la radio.
Es cierto que he cometido muchos errores, el primero y más significativo, creer que valía más que los demás y que podría llegar a ser «alguien» en este mundo, pero afortunadamente, la experiencia es un peine que te regalan cuando te quedas calvo, y aprendí que lo importante no es comerse el mundo, sino que el mundo no te coma a ti.
¿Qué es para mí la radio? De entrada, mucho más de la mitad de mi vida, la relación más extensa que he mantenido con algo o alguien, el refugio en tiempos oscuros como los de la pandemia, una energía crucial que me mantiene vivo, y mi conexión con la música, que es en lo único que se puede creer en este asqueroso mundo. Hace tiempo me preguntaba para quién hago tanto esfuerzo, que me cuesta tiempo, dinero y muchas preocupaciones. Tarde en entenderlo, pero lo cierto es que si me esfuerzo en diseñar y plasmar cada semana un programa, lo hago egoístamente para mí, no necesito saber si lo escucha alguien al otro lado, lo relevante es que sigo vivo y delante del micrófono.
JLBad


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