JESSE DAYTON + MUIREANN BRADLEY
Blues & Ritmes
Teatre Margarida Xirgu
. Badalona
5.04.25

Uno piensa que todos los que hemos visto en alguna ocasión a Jesse Dayton, estamos predestinados a repetir con él, más si cabe, cuando la última actuación fue como telonero del gran Wilco Johnson y dejó el listón bien alto.

Quizás era por eso que pensábamos que la expectación y el acierto en su programación, conseguiría colgar el cartel de sold out en el Blues & Ritmes, pero nada más lejos de la realidad. Incomprensiblemente, el Teatre Margarida Xirgu no se llenó. De hecho, se podía pasear por la sala con total comodidad, llegar a primera fila, retroceder al bar -y aprovechar para decirle a las camareras que dejaran de hablar como camioneras-.

La primera sorpresa, aunque muchos veníamos sobre aviso, fue la actuación de Muireann Bradley, una irlandesa de diecisiete años, que bucea en la nostalgia de la música folk de entre años 20 y 40. Su forma de tocar la guitarra fingerpicking y el repertorio escogido, la acercan al sonido de Piedmont en la zona de los Apalaches, pero es la voz angelical y perfectamente educada, lo que le hace especial.
Bradley nos mostró un abanico de tonalidades extraordinarias, y, si bien es cierto que su voz sigue sonando algo infantil, en ciertos momentos, hace unos giros magníficos que la presentan con un futuro maravilloso por delante, siempre y cuando la voz no se le rompa inadecuadamente.

«Candy Man» y «Delia», de la cartilla de apuntes de Reverend Gary Davis, nos acercaron a esa línea divisoria tan efímera entre el folk y el blues de los Apalaches. Incluso con los títulos rescatados de Mississippi John Hurt«Richland Woman Blues» y «Frankie»-, así como los dos de Memphis Minnie«When The Levee Braks» y «Drunken Barrel House Blues»-, su inclinación al folk es más que evidente y le proporciona una personalidad propia, alejada de las copias revival.

El público se entregó enseguida a su magia, guardando un silencio sepulcral, aunque interrumpido en alguna ocasión por algún que otro exaltado. Con las dos instrumentales que aparecen en su disco I Kept These Old Blues, nos terminó de enamorar, una complicadísima versión de Elizabeth Cotten, «Vestapol» y otra de Sam McGee, «Buck Dancer’s Choice», levantó los vítores del respetable, terminando su actuación con una extensa ovación, que pocas veces se dispensa a quien abre los conciertos. Una maravillosa experiencia.

Los festivales andan siempre con un horario muy apretado y nos lanzábamos de bruces a las 21:20 de la noche, cuando apreció en el escenario Jesse Dayton. Le acompañaba Chris Rhoades, bajista y correcto guardaespaldas sonoro que, además, visualmente le sigue la guasa al jefe. Completaba la formación en trío, Mikey Sorbello a la batería, simple y contundente, sin contratiempos, siempre en su sitio, siempre marcando el tempo como un reloj suizo de precisión.
Fue una actuación de casi una hora, con tan solo diez temas que supieron a poco, más si sabes que en el resto de la gira se extiende media hora más.
Fue el precio a pagar por disfrutar de dos buenos conciertos en la misma noche.

Comenzaron su repertorio con «Daddy Was a Badass» del disco The Revealer de 2016 y, ¡pánico!, la guitarra apenas se escuchaba, salvo por monitores. Por fortuna el miedo se pasó a la segunda estrofa, y todo el concierto estuvo dominado por un sonido limpio aunque, por preferencias personales, le hubiera dado algo más al fader para aumentar la ganancia.

Enseguida se volcó con el último disco, The Hard Way Blues, ventiládonse la mitad del concierto con «Ballad Of Boyd Elder» que sonó maravillosa y con ese rock de toques southern tan agradecidos. «The hard Way» lo aceleró para insertar sus raíces de rockabilly y provocó la inmediata respuesta del público que no dudo en ponerse a bailar. En especial un niño, de unos 11 años, que en primera fila estaba disfrutando más que todos nosotros juntos. «Baby’s Long Gone» sonó más country, alargándose con disertaciones guitarrísticas y poses para las fotografías, pues Dayton sabe lo que la gente quiere y se lo da.

Terminado el trámite de la presentación reglamentaria del último disco, se dedicó a realizar dos versiones de Townes Van Zant, «Loretta» y «White Freightliner Bluees» jugando con el público, añadiendo pequeños retablos de «Whole Lotta Rosie» de AC/DC y «Tush» de ZZ Top. Los músicos se divertían y por transferencia nos impulsaban el buen rollo a los demás en un feed back que añadió más caliu a la noche. El jarro de agua fría fue el anuncio del último tema y, aunque el bis «Hurtin´ Behind The Pine Curtain» lo estiraron muchísimo, nos supo a poco.
Gran noche, a pesar de que el tiempo vivido fue más corto de lo deseable y dejó con las ganas a más de uno.
Texto: JLBad
Fotos: DBruc


Descubre más desde BAD MUSIC RADIO

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Descubre más desde BAD MUSIC RADIO

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo