
MARKY RAMONE’S BLITZKRIEG
Salamandra, L’Hospitalet
3.06.25
Es curioso el concierto de Marky Ramone en Salamandra, y deberíamos comentarlo dependiendo de la perspectiva con la que se mire, siempre teniendo un enorme respeto por la figura que representa el segundo batería de los Ramones, desde el cuarto disco en concreto.
Podríamos verlo desde la visión del agnóstico, el ateo y del creyente, tres puntos de vista diferenciados que se pudieron concretar en la noche de ese martes.



El agnóstico contempló el concierto bajo la duda de si el show demostraba o no, la existencia de un icono del punk, su capacidad de transmitir, y su potencial para hacerlo, sin menospreciar la duda, y sin poder asegurar que lo visto fuera sincero, y satisfactorio, pero sin negar la posibilidad de que la mayoría lo creyera.

El ateo, negaba rotundamente lo visto, incluso podía echar mano a la enciclopedia y descuajaringar la leyenda, total, no participó en ninguno de los discos importantes, que fueron los tres primeros. Para el agnóstico, Marky Ramone no rememora la leyenda, hace de una historia una banda tributo a secas, y por lo tanto no le da valor, aunque se demuestre que el repertorio sea fantástico… incluso critica la poca empatía del batería con el público o cuestiona su cabellera, tirando satíricamente del Loctite y la peluca.



Finalmente, el creyente se lo come todo, sin rechistar. Ve detrás de la batería a un icono del punk rock en estado de gracia, interpretando un repertorio antológico en casi una hora de felicidad suprema. Da igual que hubiera visto a la banda madre, como si era la primera vez que se enfrentaba al set list de Ramones. Era el público que más abundaba, creyentes a ciegas, gente viejuna como este reportero tribulete, que disfrutó en su día de Ramones -en mi caso en nueve ocasiones-, igual que imberbes adiestrados en la discografía del cuarteto, que disfrutaban como enanos, registrando en sus móviles la ocasión para la posteridad, aunque eso implique que se hayan perdido el presente.

Seas del fragmento ideológico que te convenga, lo que no tiene ninguna discusión, es que la banda Blitzkrieg, que quiere decir guerra relámpago, era una verdadera maravilla, con Iñaki Urbizu “Pela” (La Excavadora, Victima’s Club), como frontman y vocalista, y los argentinos Marcelo Gallo y Martín Sauan (Expulsados) a guitarra y bajo. Ellos mantuvieron el listón arriba del todo y en todo momento.
Iñaki es un tipo que te engancha, te retuerce y te despluma, acaba contigo, y lo volvió a hacer, se echó a la chepa un repertorio complicado, no por su técnica, total, como dijo un amigo mío argentino y uno de los mejores guitarristas de Barcelona, en una ocasión, Ramones es blues acelerado, más bien por su entrega, postura en escena, visceralidad, jeta -por qué no decirlo- y por un carisma superlativo que arrasa con todo… estuvo fantástico, parecía un Ramone más.
Sea como fuere, el concierto de Salamandra fue una descarga de adrenalina positiva, pero no vamos a engañarnos; el agnóstico se fue con dudas y quizás con alguna cerveza de más; el ateo cabreado como una mona por venir a ver un Ramone y encontrarse con una banda tributo, y el creyente con una sonrisa de oreja a oreja, sin un duro en el bolsillo por arramblar con toda la botellería de la sala, y al día siguiente en la oficina, siendo un pedante que contaba las mil y una maravillas de ver a los Ramones… o algo parecido.
Texto: JLBad
Fotos: Peter Pank Rock


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