
ARACENA BLUES
Lolo Ortega
Kamikaze Helmets
Noa & The Hell Drinkers
Susan Santos
Pl. San Pedro
Plaza de Toros, Aracena
Tercera y última jornada de la quinta edición del Aracena Blues, la más extensa e intensa, comenzando al mediodía en la Plaza San Pedro, donde la Casa del Blues de Sevilla se encargaba de la organización de un concierto con Lolo Ortega y la posterior y clásica jam session.

Lolo Ortega, todo un clásico del blues andaluz y nacional, que demostró estar en un momento envidiable de fuerza y virtuosismo, repasando algunos temas de su discografía salpicados con una serie de versiones que encandilaron al público presente. Bajo un sol de justicia la plaza bailó y no paro de corear sus canciones, destacando «Échame un cable», «La puerta de Toledo» y «Blues de la dama», mientras el estupendo catálogo de versiones incluyó, entre otras, «Born In Chicago», «Born In The Bad Sing» y un magistral «Cocaine» de JJ Cale. Con una banda sólida que lo arropó en todo momento a la perfección, Lolo sobrevoló con sus seis cuerdas en una mágica mañana. Tuvo su momento reivindicativo al colgar de su guitarra un pañuelo palestino, aprovechando todo el respetable para gritar «Palestina Libre».
Tras su actuación, comenzó una larga jam session que se extendió hasta cerca de las cinco de la tarde.


Pasadas las 22:30 comenzaron los conciertos de la Plaza de Toros de Aracena, en lo que a la postre significó el finiquito para esta quinta edición del festival.
Apuesta por tres formaciones nacionales, que configuraban por sí mismas un cartel de lujo; incluyendo el desafío y osadía que programar dentro de un festival de blues una proposición tan arriesgada como Kamikaze Helmets. Y vamos a matizar para que se me entienda. De entrada y tal como demostraron desde el primer tema, estos kamikazes del sonido transpiran música negra por cada poro de su piel; Gabri y Kike, teclista y batería poseen un curriculum impresionante con bandas de distintos matices del género y han conseguido consolidar una personalidad sonora propia, pero quizás no muy asimilada por la mayoría de programadores de blues. Kamikaze son una renovación necesaria del género y con ellos y otras bandas transgresoras, podemos albergar la esperanza de que la música negra no desaparezca a medida que los geriátricos vayan abriendo sus puertas, o cerrando la tapa de los ataúdes, pues no debemos engañarnos, es una escena viejuna. Por el contrario, daba gusto contemplar la plaza de toros con un sector muy importante del público joven, que se entregó al ritual del baile desde el primer tema.
Mi duda era comprobar cómo resultaría una actuación de Kamikaze Helmets en un escenario grande, pues sabía de sobras que en sala pequeña era arrolladores. Borrasca que se disipó rápidamente, porque aunque sus respectivos instrumentos los anclan al entarimado sin posibilidad de movimiento, Gabri y Kike, redujeron el escenario a su reducido y complejo back line.
Basaron su repertorio en su segundo y maravilloso álbum, Inmersión, como el tema que le da el nombre, el potente «Más», el contundente «Power» o el no menos salvaje «Dance» y el emotivo cover de George Harrison «While My Guitar Gently Weeps». El resultado fue una rendición sin concesiones del público y un extraordinario concierto de música negroide. Sencillamente fantásticos.

Con un cambio de back line más extenso de lo habitual, pues la batería se debía mover de primera a última fila, del ruedo no se movió ni el apuntador.
Tenía ganas de reencontrarme con Noa & The Hell Drinkers en concierto, pues hacía un año y un mes exacto que los disfruté en el Festival de Blues de Barcelona. Sabedor de su increíble show y su férreo engranaje, que les coloca al máximo de revoluciones desde el minuto cero, me dispuse a tomar aliento para introducirme en su universo musical. No tuve tiempo de reposo ni monsergas, Noa salió corriendo al escenario y sin mediar palabra comenzó a disparar al respetable con «Boogie Woogie Bang Bang», mi canción favorita de su set list. Y si abrimos a esta velocidad, ¿no romperemos la junta de culata al pasarnos de revoluciones? Pues no, porque en un año el motor de Hell Drinkers ha aumentado de cilindrada, suena como un viejo Hot Rod que revienta la carretera. Madre del amor hermoso, qué energía, que rabia y que potencia la desplegada por Noa y los suyos, iban a degüello, sin piedad, a no dejar prisioneros. «Hell’s The New Heaven» sonó más satánica que nunca, emoción se despilfarró con «Whiskey & Cigarrette» donde ya habían volado los zapatos de Noa, marca de la casa. Ella daba patadas al aire, se contorneaba, bailaba y soltaba energía pura desde sus cuerdas vocales, el público sudaba, bailaba, reía y era feliz, que es de lo que se trata. Una pareja me saludó efusivamente cuando deje de grabar un video para preguntarme de dónde eran esos monstruos, sencillo, de Donostia, pero ya se sabe que los vascos son de dónde les da la gana.
Cerca de una hora y cuarto de tsunami musical que se cerró con una maravillosa sorpresa, Kamikaze Helmets se unieron en el bis para machacar con un estratosférico «Going Down» de Freddy King. Qué epitafio tan brillante para dar portazo a una de las mejores bandas de música afroamericana que tenemos en el país. Espero volver a tropezarme con los bebedores del infierno más pronto que tarde, porque debería estar prescrita su música por la Seguridad Social, para curar depresiones y recargarnos de endorfinas.

Turno para el power trío de Susan Santos, con quien nos encontramos el pasado mes de mayo en la sala Wolf de Barcelona, (crónica aquí), en un concierto formidable. Visto lo visto con antelación era cuestión de salir y rematar la faena desde el principio, así que Juli en las baquetas, David a las cuatro cuerdas y Susan en su guitarra, comenzaron con ese temazo de aires circenses llamado «Snakebite», dejando claro que Susan venía para llevarse al público en el bolsillo de vuelta a casa. Menudo repaso a su discografía, menudo despliegue de solos de guitarra, acompañado todo ello con la voz de Santos, que cada día parece más potente e intensa. Después de tres días de cerveza, jamón y blues, mi conciencia pedía a gritos una silla, un poyete o el burladero de chiqueros, pero mi corazón y mis pies me indicaban que rendirse es de cobardes, así que a disfrutar se ha dicho, que mañana habrá terminado la fantasía y regresaremos a la cruda realidad.
«Dusty Road», «Fever» o «Blind Woman» se apoderaron de mi cabeza, volviéndome a chillar que Susan Santos, es hoy en día la más genuina representante del blues rock en nuestro país.
Cerca de las tres de la madrugada, si no más tarde, sonaban «Skin and Bones» para terminar con los nuestros por el suelo, y cerraban la quinta edición del Aracena Blues con «Let It Ride». Fabulosos estos tres espadachines, que en directo son demoledores.
Llegó la despedida y la misma pregunta revoloteaba en la cabeza de organización y aficionados, ¿Y AHORA QUÉ?
Pues habrá que ponerse a trabajar desde antes de ayer, porque superar esta quinta edición será una tarea titánica.
¡ARACENA BLUES IT’S ALRIGHT!
Texto y fotos: JL Bad


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