
HIGH SPIRITS
SATURNA
Sala Wolf, Barcelona
23.09.25
En plena vorágine de las Festes de la Mercè, pudimos asistir a un concierto con el auténtico espíritu de la desaparecida sala Rocksound. La velada se organizó en la Sala Wolf por Rocksound – Producciones Acaraperro, que una vez más, nos presentaba un doble cartel interesantísimo, compuesto por los catalanes Saturna y los americanos High Spirits (en su único concierto en nuestro país). Una apuesta personal y arriesgada de Antonio Celeiro por la fecha en las que acontecía.
La sala presentaba algo más de media entrada, lo que sirvió para salvar los papeles de la producción. La primera banda, Saturna, desafortunadamente, empezaron su corto show con poca afluencia de público aunque se fue subsanando a medida que transcurría su actuación.

Poco más de cuarenta minutos y apenas una decena de temas, fue suficiente para demostrar otra vez que son uno de los grupos más interesantes del país, con su personal propuesta en la que sus armonizaciones, la imponente voz de James Vieco y sus tintes de psicodelia te atrapan al instante y cobran especial fuerza en sus directos.
Con algunos problemas técnicos que no dejaban apreciar como se merece la guitarra de James Vieco, pero con gran solvencia y sin fisuras, repasaron temas de su último disco The Reset como «Into The Sun», el estupendo «Your Whimsical Selfshness» o «Smile», y alguna pieza de Atlantis, «Get Over It», con la que abrieron su concierto, o «Black Purple» por ejemplo. También nos regalaron el cover de «War Pigs» de Black Sabbath, anunciando que el concierto navideño de Saturna & Friends estaría dedicado este año a la memoria de Ozzy.
Promete ser una gran fiesta, como cada año, donde la buena sintonía y el buen hacer entre los que se suben al escenario son el hilo conductor habitual pero con un bonito detalle, van a rendir homenaje a un grande que nos ha dejado tan recientemente. No os lo perdáis.

Llegó la hora de la banda de Chicago High Spirits, un proyecto muy personal del incombustible vocalista Chris Black –Christopher Maycock -, con numerosos proyectos a sus espaldas y su curiosa manera de trabajar, él compone y graba todos los temas y su banda se encarga de complementarlos en directo: Scott Hoffmann como guitarra solista, muy versátil, sólido y rápido en las ocasiones que las melodías lo merecen. Jon Woodring como segunda guitarra y buen escudero de ritmos a base de riffs pegadizos y atractivos. Darren Amaya con las cuatro cuerdas del bajo, muy dinámico y personal, dotando al sonido general de una alegría vital en la ejecución de los temas. Por último, Ian Sugierski en la batería, sin demasiado virtuosismo pero configurando el colchón perfecto para que Black sea el que lleve las riendas del show.

Estaba subiendo todavía la pantalla de video que colocan en la Wolf para el cambio de backline, cuando comenzó el ritmo trepidante de «Flying High», seguido inmediatamente por «This Is The Night», ambos del álbum de 2016 Motivator. Con esta entrada ya pudimos imaginar lo qué íbamos a presenciar, una banda que camina cómodamente en la débil línea que separa el hard rock del heavy metal, con el cerebro fijado en los ochenta y con una variada influencia de los clásicos de la época pero manteniendo su propio y distinguible sello.
Las canciones se iban sucediendo con un optimismo radiante, claramente marcado por la personalidad encima del escenario de Black. Es normal que les califiquen como un grupo «catchy», por su sonido pegadizo y altamente contagioso, apoyado por unos coros que rozan el himno en ocasiones, como en «Restless», o buscando la velocidad de las guitarras como en «Full Power», con unos riffs efectivos y desbocados que contrastan con la voz melódica pero con un color muy propio de Black. Cuenta con un agudo y personal tono, te recita y explica los temas de una forma muy simpática, sin caer en ciertos clichés trasnochados del género. Eso le da un gran atractivo y una bocanada de aire fresco a esos temas pegadizos que te invitan a corear y a camaradear.

Contagian de tal manera que los setenta minutos que estuvieron en el escenario pasaron en un abrir y cerrar de ojos, sin parar de cantar y bailar.
El show lo tienen perfectamente preparado para que visualmente enriquezca la simpatía que desprende la banda, los dos guitarras se cruzan en el entarimado, el bajista cobra mucho protagonismo con su instrumento, pero en el centro, como un gran maestro de ceremonias, gesticulando lo justo y desprovisto de cualquier pose, está impertérrito Chris Black, manejando al público como él desea. Cierto es que Hoffmann y su guitarra gozan de cierto protagonismo, pero la personalidad se la da a la banda Black, con un sello muy personal en todos los aspectos.
El repertorio estaba ordenado de tal manera que el show iba in crescendo, trotando constantemente y las tres últimas piezas estaban llamadas a derrotar al personal: «High Spirits» su himno principal donde el público secundó esos coros facilones pero a la vez tan efectivos; «Thank You» expresamente dedicada a todos los presentes y «Good Night» para despedirse, aunque conocedores de que no se podían ir tan fácilmente, se guardaron en la recámara «Nights In Black» y «All Night Long» como bis de despedida definitiva.
Una grata sorpresa su directo, con un sonido especial que algunos llaman retro rock, pero qué más dará como lo quieras clasificar, nos transportaron durante algo más de una hora a sensaciones de los ochenta pero bien contextualizado en el panorama presente. Eliminaron de un plumazo, con su directo, cualquier posible sensación de pensar que son una banda con más de lo mismo y refritos varios del género, dejando su personal impronta e impregnando la sala al completo de optimismo y positividad. Si los tenéis a tiro, no lo dudéis.
¡Gracias por el show!
Texto y fotos: JL Bad / Lady P.


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