
CICLO BLUES & BOOGIE
UNCLE SAL
Centre Cultural Collblanc Torrassa. L’Hospitalet
25.10.25
Vaya de antemano la hipótesis de que Uncle Sal es una de mis bandas favoritas, por lo que la crónica ni lo pretende ni será imparcial. Pero es necesario comenzar explicando que el concierto era muy especial, tal y como lo hizo Sandro Soulman en el Bad Music Radio #533, adaptando su show a un Ciclo de Blues & Boogie.
Con esta premisa nos juntamos en el C.C. Collblanc Torrassa una buena cantidad de amigos de todo el país que nos conocemos de conciertos como el de esta noche, todos sabiendo que es muy complicado ver a Uncle Sal en Barcelona.

La formación ibicenca se presentaba con Artimus Gabe en la batería, escondido tras una mampara de metra quilato para atenuar los golpes, porque no veas cómo le pega a los parches, el buenazo de Francisco Ribas al bajo, Ferrán Nogués en una de las guitarras y cantando algún tema, Cristian Krivoruchko en los teclados y al frente como voz solista y la otra guitarra, Soulman Sal.
Con la sala prácticamente llena comenzaron a sonar las primeras notas de «Last Will», extraordinario blues que abre el magnífico The American Dream, y que no tocaron en los dos últimos conciertos que los disfruté, ambos en Zaragoza.
Rápidamente, pasan al Little Cabin Music, álbum del que están celebrando el décimo aniversario; de este álbum debut sonaron cinco dardos venenosos, destacando «Down The Line», «NYC Blues» y la preciosa «My American Song».

El sonido de la sala perfecto y la comunión entre banda y público mágica, como suele ocurrir en los conciertos de Uncle Sal. Quizás el sector más importante del público asistente era ajeno a la banda, pero sucumbieron en su sonido y era una gozada ver como los amantes del blues bailaban y vitoreaban cada final de tema. Pero es que el grupo estuvo en todo momento en estado de gracia. Cristian no paraban de levantarse del sillín del piano, Ferrán estaba en su noche, es quien tienen más blues en el cuerpo y se notaba que estaba disfrutando de lo lindo, Ribas impertérrito en su esquina, marcando el tempo, pero con cara de divertirse, igual que Gabe que tras la mampara no paraba de reír, mientras que Sandro a estas alturas del concierto parecía una fuente de sudor… Todo perfecto para el golpe de efecto.

Llegó el bloque especialmente pensado para el Ciclo de Blues, y ahí, si había algún rezagado -siempre hay cascarrabias puristas-, la mayoría entraron a trapo. Comenzaron con Rory Gallagher y su «Jinxed», mientras varios me preguntaban esto qué es que me suena, un cover opulento y generoso en solos de guitarra y teclados; pasaron como quien no quiere la cosa a Robert Johnson -ahí se escucharon gritos de desenfreno- y su archiconocido «Come On In My Kitchen», mientras la cerveza y el sudor corrían por el suelo. «I’d Love To Me Be A Hippy» de North Mississippi Allstars volvió a resonar maravillosa con un Ferrán en tocado por la varita mágica y un Cristian pletórico.

Terminado ese lapsus de clásicos de blues nos encaminamos al final del bolo, y es que las manecillas del reloj giran muy deprisa cuando lo estás pasando en grande. Regresaron al primer álbum con otro blues al estilo Uncle Sal, «Lazy Magnolia Blues». Nos bajaron a New Orleans con «Three Days in New Orleans» del segundo largo, You Ain’t no Bluesman, que parecía una broma, porque el ambiente estaba cargado de blues. Era imposible no estar en un concierto de Uncle Sal y que no suene un tema de Bruce Springsteen, así que el personal volvió a cantar con «Spirit In The Night», con Sandro bajando entre el público, Gabe sacó su whasboard y se cerró el show con otro proyectil asesino, un descerebrado y rockero «Mississippi State Line», que puso un broche de oro al primero de los conciertos el Ciclo de Blues.

Sandro Soulman Sal es la cabeza visible de la nave, es todo un derroche de entrega encima de un escenario, pocos frontman me parecen tan honesto como él, su voz llenó la sala, sin ser portentosa le aporta un carisma y personalidad únicos y su empatía con el público en envidiable. Tuvo que perder varios quilos en el concierto.
Una noche para enmarcar, con un set list impactante y generoso que desde el inicio generó una comunión entre banda y asistentes que solo el blues y el rock pueden aportar. Era la hora de las despedidas, los amigos nos volveremos a ver en un nuevo concierto, por qué no en el de Kleejoss en Razz 3, otra banda hermana.
Tal como dijo Sandro al principio del bolo «siempre nos dicen que somos una banda de blues pero no, tenemos algo de blues pero somos un grupo de rock americano. Hay que tener mucho respeto por el blues, es muy complicado de tocarlo bien».
Pues no serán una banda de blues, pero desde luego sí lo son de blues bastardo y eso no tiene precio.
Texto y fotos: JL Bad


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