
ALL THEM WITCHES
ELDER
Razzmatazz. Barcelona
25.10.25
Gran cita para un domingo con dos bandas de calidad contrastada y con una estupenda entrada en la sala grande de Razzmatazz. Por un lado Elder, banda de rock progresivo de Massachusetts con grandes fases de stoner y doom, que llegaba con un minielepé que no llegaron a presentar.
En segundo lugar y como reclamo mayoritario la banda de Nashville All Them Witches que llevan desde el 6 de octubre de gira por Europa, y tan solo tenían dos fechas en nuestro país, la primera de ellas en Barcelona.

Elder salieron con una puesta en escena sobria, con Nick DiSalvo ejerciendo de líder indiscutible a la derecha del público, organizando una buena barahúnda con su guitarra. En la izquierda se encontraba Michael Risberg, que en esta ocasión prescindió del teclado y se dedicó a la guitarra, aunque algunas programaciones sonaron disparadas. En el centro ese monstruo de bajista que es Jack Donovan, y que además de marcar toda la tormenta sónica es quien establece más contacto empático con la gente. Tras ellos la batería de Georg Edert, con los micros aéreos más abiertos de lo habitual para crear esa sensación de poderío que ofrecen Elder en directo.
Cincuenta minutos de progresismo sonoro es escasamente cuatro o cinco temas. Estupenda la sensación dejada por los casi quince minutos de «In Procession» para comenzar o la psicodélica «Compendium». Dieron rienda a su imaginación con disertaciones jamming y consiguieron ganarse a un público que en su mayoría se sorprendieron con la banda.
Terminado el bolo, los propios músicos recogieron todo su material entre aplausos de la gente. Como siempre, Elder no defrauda.

Mi relación con All Them Witches es complicada, pues me fascinan desde los comienzos con aquel irreverente Our Mothern Electricity, pero desde que el 25 de abril del 2019 no pude ir al Razz 2 a verles, esta era la primera vez que lo conseguí tras cuatro intentos y por los pelos.
Así que me acomodé en cuarta fila y centrado y me dispuse a disfrutar del show. Igual que Elder, posiciones muy delimitadas; Charles Michael cantando y machacando el bajo a la derecha, mientras que el otro ideólogo, Ben McLeod, se colocaba con su guitarra a la izquierda, dejando el centro y más elevados para la batería de Christian Powers y el teclado de Allan Van Cleave. Nada de escenografía, escenario desnudo y un juego de iluminación fantástico.
Con esas premisas comenzaron con «Bulls» que nos demostró el porqué tienen un sonido tan personal, a pesar de haber comenzado el espectáculo con «War Pigs» en homenaje a Ozzy, como han hecho en toda la gira.

Sonido fuerte y nítido, poderoso y sugerente cuando se necesitaba y esa voz de Michael, que sin ser portentosa llena el espacio absolutamente. La aportación en la guitarra de Ben es sencillamente sobresaliente, con grandes solos y creando atmósferas hipnóticas como en «Enemy of My Enemy» o «1X1», en la cual el técnico juega un importante papel ecualizando frecuencias dispares y jugando con los filtros de voz.
A estas alturas de concierto debo mencionar la labor narcótica de Allan Van Cleave con su teclado y violín, sobrevolando todas las composiciones y dotándolas de una magia especial, tal y como hizo con el blues «The Marriage Of Coyote Woman» o la consiguiente y tétrica «The Death Of Coyote Woman».
Con el bis que realizaron entregando un esperado «Alabaster» con el que se despidieron tras casi ochenta minutos de concierto, poca comunicación con el público, pero dejando entre los presentes una gran sensación de satisfacción.
Texto: JL Bad
Fotos: Mercè Carbonell


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