The Comancheros
Razz 3
. Barcelona
12.05.25

La banda de Missouri The Comancheros hicieron parada un lunes en la ciudad de Barcelona, que todos sabemos como se las gasta últimamente con el rock, además del inconveniente del día, lunes, su visita se centraba en una semana cargada en exceso de propuestas interesantes. Para ser su primera visita a la ciudad Condal, la sala registró poco menos que medía entrada, nublando todas las previsiones que tenía en la mente este reportero tribulete. Pero lo cortés no quita lo valiente, y el público asistente fue de una calidad suprema, entregado desde el primer minuto a la ceremonia del rock and roll de este trío de jinetes comancheros, que derrocharon un show enérgico y rabioso desde el minuto cero, apoyado en un carisma y sentido del humor extraordinario.


Los tres son fabulosos en lo que hacen, cubriendo de sobras la totalidad del escenario, pero merece mención especial Michael ‘Bobcat’ en la batería, un tipo que manipula su instrumento como si estuviera al frente de un desfile de majorettes; ahora me levanto yo, ahora levanto el charles, ahora utilizo una sola mano, ahora ninguna… desparpajo inusitado, como un Mr. Bean de los tambores, muy divertido y ladrón de miradas.
Los dos pivotes delanteros, el barbudo Tanner Jones (voz y guitarra) y el rubio Jon ‘Deere’ Green (voz y bajo), no paran quietos ni un momento, saltando, bailando, arengando al respetable con sus instrumentos, por lo que este respondía a berrido limpio y el ambiente se iba caldeando sobre manera, en un autocontagio en bucle que nos hizo disfrutar y ser protagonistas de una gran noche de rock and roll, que dicen cura la tontería y de buena tinta sé que es cierto.

Pasados unos minutos de las 20:45 salieron los tres al entarimado, se colgaron sus instrumentos y de cara a la batería a modo de altar, y con un tipejo barbudo y gorro de zorro o mofeta enfundado en la cabeza dirigiendo la melodía, comienzan a entonar a capela «Roll The Old Chariot», himno borrachuzo tras el que se lanzan hacia el personal y suenan los riffs de «Blue Yodel In G», para no parar de hacerlo en una hora y media larga.
Quizás por ese arrebato de energía pura y dura, o porque los presentes teníamos ganas de soltar todas nuestras miserias de golpe, la conexión banda-público fue inmediata, generando una simbiosis de la que todos salimos beneficiados.


Pero cómo no íbamos a entrar de lleno en el show si al tercer tema nos plantan delante de la cara el «Mississippi Kid» de Lynyrd Skynyrd, para regocijo de los amantes del southern que nos congregamos esa noche de lunes. «Yellow Roses» a modo de boogie rock deja paso a otro momento álgido, «Happy Birthday To Me» cantado por Deere el bajista -se intercambiaban las tareas vocales-, uno de los mejores temas del álbum Memphis To Mexico, con el que casi se lanzan al público, terminando con una intro de La Familia Adams para desembocar en otro cañonazo, «Cowboy Song» de Thin Lizzy, coreado por todos castigando las cuerdas vocales.
Se van sucediendo los temas y uno no para de bailar, beber, sudar y vuelta a comenzar. «Bourbon and Blood» saca los colores a cualquier rednecks de tres al cuarto, pero a nosotros nos sabe a gloria, aunque hay que reconocer que la guitarra de Tanner necesitaba media vuelta al potenciómetro del volumen para haberla vivido mejor.

Tanner baja entre el público tocando y se hace la ruta de la cerveza, es decir, bebiendo de todo vaso que le plantan delante, pues al parecer no conoce bien la historia de Robert Johnson -nunca bebas de una botella que no hayas visto abrir-. Se acercaba el final del concierto, ya que visto el set list del escenario «Caffeine, Nicotine, and Weed» -tremenda con la sala palmeando-, «Time Machine» y «We Own The Night», un tema muy ZZ Top, se finiquitaba el show con una hora escasa de música.


Pero como he dicho anteriormente, fue una noche en la que desde el inicio del bolo la conexión banda y público fue intensa y no solo no decayó, es que fue in crescendo a lo largo de los temas, de tal modo que si nosotros estábamos encantados, los músicos parecía que alucinaban con la respuesta de los de abajo, así que tiraron de arrojo y profesionalidad y se pasaron el final del concierto por la bolsa escrotal. Cayeron unos cuantos dardos venenosos más, tan solo se giraban a la batería de Michael, parlamentaban y a la carrera a primera fila de escenario para arremeter con otro más. Más de media hora de show adicional, que para más inri, y cuando el bajista estaba casi acomodado en el merchan, regresaron para rematar la faena de forma especialmente entrañable con un bis de propina.
Una noche muy especial, un concierto vigoroso y muy divertido, una banda de calidad con una postura excelente y una predisposición al buen rollo impagable. Comenzar la semana con esta descarga de adrenalina debería estar subvencionada por la Seguridad Social. Lo pasamos tan bien que en la reunión post concierto hasta la cerveza sabía mejor. Quedan cinco conciertos, Orihuela, Castellón, León, Portugalete y Vitoria, yo de vosotros no me lo perdería.
Texto y fotos: JL Bad


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Una respuesta a “THE COMANCHEROS ENDEMONIADAMENTE DIVERTIDOS”

  1. […] diferenciados tanto en concepto como en resolución. La crónica de The Comancheros la podéis leer aquí. Ahora nos enfrentamos con el show de The Georgia […]

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