THE ALEXIS P. SUTER BAND
JUST STAY HIGH
Nola Blue Records

6.06.25

Puntuación: 5 de 5.

Vaya barbaridad de álbum, una hora de derroche energético espectacular, con una mujer que es un fenómeno de la naturaleza. Una neoyorkina que está enferma de blues, soul y góspel, entre otras razones porque su madre le inoculó el virus, al ser esta corista de nombres como Mahalia Jackson, Sister Rosetta Tharpe, Harry Belafonte, Mavis Staples y Dionne Warwick, entre otros. Contaba con seis discos hasta la fecha, entre 2005 y 2014, cuando desapareció del mapa. Ahora regresa con este maravilloso Just Stay High, reuniendo a viejos colaboradores y su banda, la vocalista Vicky Bell, el batería Ray Grappone, sus fieles The Bennett Brothers, el guitarra Jimy y su hermano Perter al bajo, más el teclista Daniel Weiss. El álbum está producido por la propia banda y Byron Isaacs, exbajista de Olabelle y actual bajista de Lumineers, el disco se grabó en los estudios The Building, propiedad de Lee Falco. Contiene 14 temas, que configuran la hora de magia, la mayoría compuestos por Jimmy Bennett y Byron Isaacs, en los tiempos de la pandemia, como un soplo para salir de una situación irreal nunca antes padecida.

El álbum te abre la cabeza, desde su inicio, como un melón que se te escapa de las manos, «God Gave Me the Blues» un esquizofrénico blues donde Alexis desgarra su voz en sollozos que tensionan al máximo sus cuerdas vocales, y es ahí donde comprendes que haya sido nominada a los Blues Music Awards, como mejor vocalista para el Koko Taylor Award. Tan solo este tema vale su peso en oro y justifica todo el disco, pero hay mucho más.
Vuelve a retorcer las cuerdas vocales en «Breathe» en clave de soul, con un Hammond que domina todo el tema con pequeños detalles de iluminación, acompañados del wha-wha de la guitarra; fantástico. «Be On Your Way» entra suave, indoloro, pero poco a poco se amotina como un blues lamentoso y desgarrador, en el cual la guitarra de Jimmy Bennett es aliada del registro de Alexis. «It Ain’t Easy» refleja la exaltación del góspel, y te obliga a imaginar en el centro de un aquelarre pentecostés de una vieja iglesia del cinturón sureño de la vergüenza. El poder de los coros es música celestial.
«4 Wheels Beats 2 Heels» es un rhythm & blues en clave suffle, vacilón y juerguista, mientras que «Big Girl Panties» pretende ser una respuesta irónica al «Mannish Boy» de Muddy Waters, pero con derivaciones hacia el góspel, que incitan al descalabro de la columna.
Todos y cada uno de los catorce temas se pueden destacar, en uno de los mejores discos de música afroamericana que he degustado en lo que va de año, pero me quedo con «Ride All Night», ese blues que roza el rock y que posee unas guitarras cómplices que arropan una voz espectacular, la doman y la dejan de nuevo desbocarse, simplemente ilusionismo o brujería negra.
No dejes pasar de largo este álbum, te enganchará dese el minuto cero. Un disco eterno.
JLBad


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