THE CARBURETORS
Sala Estraperlo
, Badalona
21.06.25

No hay nada más estúpido que los nombres que le colocan a ciertas cosas las mentes biempensantes, como las operaciones de guerra –Tormenta del Desierto, Ángel Castigador-, o las redadas de imagen de la policía. Pues ese sábado, Día Europeo de la Música, los que dieron la nota desafinada fueron ellos, y cuando llegábamos a Badalona, aquello parecía el cerco a Fort Apache, lleno de Madelmans, que curiosamente solo paraban a todo aquel que no tenía pinta de guiri trasnochado o nacional -no bofia, del país-, que no voy a ser yo quien diga lo que todos pensáis, «racismo policial», ni mucho menos.

Llegados a la sala, se me pasó por la cabeza que los Stromtrooper había empapelado a todos los que venía al bolo, pero no, es que seguimos en la rutina del fin de semana, el Azkena. La sala presentaba una entrada pobre, pero que se reivindicó como muy ruidosa y motivada. No era para menos, se trataba de la primera visita de la banda de Oslo, The Carburetors, y su fama de directo machacante les precedía.

La banda lleva perfilando su sonido desde 2001, cuentan con seis álbumes, así como numerosos singles y Ep’s; su sonido es una mezcla de hard rock con dosis de heavy metal y mucha energía desbocada, hay quien apunta que son un cruce entre Chuck Berry y Motörhead, pero creo que van mucho más allá. La formación que nos visitó en Badalona, está formada por los originales Eddy Guz como vocalista, King O’Men al bajo y Chris Nitro a la batería, más las nuevas incorporaciones a las guitarras, Chris Marchand a la principal, y Anders «Rock» Søbakk a la rítmica.
No venían a presentar ningún álbum, ya que el último editado fue Drinking From The Skulls Of Our Enemies, de 2023, lo que hacía augurar un concierto con los mejores temas de su discografía y por Satanás que lo hicieron.


Comenzaron con la «Intro» pregrabada del álbum Pain Temporary, Glory Is Forever, su primer trabajo, sonando los acelerones de unas motos poderosas, sus carburadores explotaron hasta que la caja de Nitro anunció la implosión. Comenzó el ritual del rock’n’roll.
«Burning Rubber» del mismo disco fue como un sopapo en medio de la cara, la onda expansiva te retumbaba en el estómago y las piernas comenzaron a moverse como a ellas les daba la gana. Energía en estado puro, que no se destruye, se traspasa. «Lords Of Thunder» sonó demoledor, demostrando que no venían de rositas y que se la traía al pairo que la sala no se hubiera llenado. Eddie vociferaba como un energúmeno, los coros eran una epidemia contagiosa y las guitarras degollaban el espacio quebrantado que existía entre el público y el escenario… avalancha a primera fila.
«Hurricane» y «Rock Until We Die», del último trabajo, provocaron los primeros intentos de pogos, que no llegaron a perpetuarse mucho. Las cabezas y las melenas, quien podía presumir de ella, no paraban de zarandearse sin ritmo ni consentimiento, porque estábamos ante una banda muy grande, que sabe como hacer que cualquier tema lo vivas como si fuera el final del mundo.


Para todos lo que se perdieron este bolo, fueron cien minutos de concierto, sin discursos, sin demoras, sin bises programados, a degüello, sin dejar prisioneros; una hora y cuarenta minutacos de rock’n’roll en vena.
«Rock’n’Roll Forever», sin los coros infantiles del disco, hizo saltar el interruptor de la locura y desde ese momento al final del concierto, todo eran saltos, gritos, berridos y empujones… No hacía falta que Eddie demandara la colaboración del, esa noche poco respetable, porque la mayoría de las canciones eran coreadas desde el principio, sin necesidad de llegar al estribillo.
La batería y el bajo sonaban como si un puto mosquito con un sub buffer se te hubiera metido en el cerebro, qué barbaridad. La puesta en escena sencilla, austera, pero el escenario de Estraperlo se les quedó pequeño, muy pequeño; no paraban de moverse, intercambiando posiciones, arengando a la gente, golpeándose entre ellos y para disimular fingir pequeñas peleas… Hasta que, era inevitable, Marchand se tiró a tocar con su guitarra entre el público; para qué haces eso, «culo veo, culo quiero», Søbakk hizo lo propio con sus seis cuerdas y se dieron un paseo por la sala, cruzándose solo con los punteos.

No puedo asegurar que el orden de los temas fuera el que indico, tampoco que estén todas las piezas interpretadas, pero al final os dejo una Play List con las melodías que identifique, mientras mi cuello se acordaba de todos mis ancestros.
«Allright, Allright», «Rock´N Roll Is King», «Terrified» o «Fast Forward Rock’n’Rool», solo venían a reafirmar que estábamos ante uno de los mejores conciertos del año. Antonio Celeiro no paraba de moverse, olvidando la pobre entrada y orgulloso, como debe de ser, de haber traído a esta bandaza para goce de unos pocos privilegiados.
Mirabas el reloj y la incredulidad se apoderaba de ti, estos tipos no paran ni un segundo, cómo lo hacen, quiero tomarme lo mismo.


Lo grandioso de la noche es que lo bueno estaba por llegar, para dar con nuestros cuerpos en la más triste de las miserias, pero con una sonrisa de oreja a oreja y el alma completamente limpia de inmundicia.
Con «Fire It Up» temíamos que Estraperlo se viniera abajo, pero tras un pequeño speache de Eddie y la pregunta del millón, ¿Os gusta Elvis, quién es el rey?«Burning Love» atravesó nuestros cerebros y salió por las gargantas a modo de himno popular, pero acto seguido la batería no dejaba respirar, «Rock’n’Roll Never Dies»… me cago en Satanás, ¡que me va a dar un chungo en la patata! ¡Nah! A desgañitarme como el primero.
«Os gusta el boogie?». Para qué preguntas, dale caña Eddie«Who Likes To Boogie?», llegó para dar la eutanasia a los heridos, la piedad es una debilidad que esta noche no asistió al ritual. Que estamos al borde de pasar la hora y media y no han tocado «Burnout», quizás la hagan en el bis, pero me volví a equivocar, porque chorreando como auténticos gorrinos en un barrizal, ellos arriba, nosotros abajo, le dimos matarile al concierto con el electrizante «Burnout».
Era el momento de recuperar el aliento y saborear una buena cerveza, sabiendo que has asistido a un maravilloso concierto de rock’n’roll. Qué más dará que debas atravesar la ciudad hasta el Baix Lobregat, que en tu barrio estén de fiesta mayor y tengan el chunda-chunda hasta las tres de la madrugada, si tú te vas con una hora y cuarenta minutos de explosivo rock’n’roll… ¡Que nos quiten lo bailao!
Texto. JL Bad
Fotos: DBruc


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