Jerry Cantrell
I Want Blood
Double J. Music

18.11.24

Puntuación: 4 de 5.


Tres años después de Brighten, Cantrell le da la vuelta a la tortilla, abandona el positivismo disimulado de aquel álbum, para abrazar la oscuridad y el negativismo, del que jamás debió alejarse. Un trabajo con sabor a grunge clásico, donde uno se podría preguntar por la necesidad de firmarlo en solitario, cuando podría haber pasado tranquilamente, como una nueva entrega de Alice In Chain, banda con la que hace seis años que no edita material nuevo.
El elenco de colaboradores es de mención obligada, con Duff McKagan de Guns’n’Roses y Robert Trujillo de Metallica, ambos de nuevo en el bajo, Mike Bordin de Faith No More y Gil Sharone de Team Sleeps en la batería, y coros de la compositora Lola Colette y Greg Puciato, ex miembro de Dillinger Escape Plan.


El tono oscuro de los temas, la proliferación de riff pesados, más una producción que margina los agudos, ante la prepotencia de los graves, marcan la tónica opaca de la obra. Las guitarras de marcada cicatriz Alice, no en vano, Cantrell es el amo y señor, nos acercan a un tiempo pasado, cargado de gloria en el grunge, pero traspasando las limitaciones que en su día se interponían en su crecimiento, y que obligó a sus protagonistas a mutar para crecer.

Cantrell está de vuelta de todo, y se nota en la libertad que atesora. Es por ello que puede abrir el disco con «Vilified», un tema que al final resulta atípico comparado con el resto, pero que sirve de sencillo de presentación, cargado de riffs potentes y voces muy nave nodriza. «I Want Blood», que cuenta con un potencial superior al tema anterior, se sale de los esquemas grunge del disco y en momentos se acerca a postulados de Stone Temple Pilots, siendo uno de los más brillantes del álbum. La joya de la corona, en mi opinión, es «Throw Me A Line», con un wha-wha mágico e interpretado en unas quintas bajas de guitarra, que respira efluvios de Black Sabbath y ADN de Soundgarden, algo que también ocurre en los lamentos desatados en «It Comes», que con sus casi siete minutos de duración, colocan el epílogo perfecto al trabajo.
Un trabajo más cercano a Degradation Trip, que a Brighten, lo cual no quiere decir que se reniegue de este último, pero es posible que fuera necesario regresar al lado oscuro para volver a encontrarse con la esencia.

JLBad


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