La reina del Punk
Susana Hernández
Ls novelas el rock
Manontroppo, 2019

Las novelas musicales son una rara avis dentro de la literatura musical, más acostumbrada a desempolvar biografías o estudios de género, que sumergirse en la ficción creativa. Un hecho normalizado en cualquier otro estilo, pero estigmatizado en el musical por no se sabe qué reglas explícitas de autenticidad. A mi personalmente me resultan tentadoras y estimulantes, ante la posibilidad de recrear una ficción aposentada en datos fidedignos por los que caminar, dejando volar la imaginación en un terreno, el musical, muy trillado pero agradecido si el resultado es seductor.
Me aficione a este tipo de subgénero con las aventuras de Sam Numit, rockstar e investigador ideado por Jordi Sierra i Fabra que se movía por el mainstream del rock como Pedro por su casa y desenredaba tramas a medio camino entre la novela negra y el género musical, en una colección amplia de literatura juvenil con títulos como Alma de Blues, En Busca de Jim Morrison y El Gran Festival de Rock, editados en 1990 o Los Sonidos del Silencio, Otra Canción en el Paraíso y La Guitarra de John Lennon en el 91, todas bajo la editorial Timun Mas, de donde sale el nombre del protagonista.
Pero me enganché definitivamente con la serie de Asesinatos en clave de Jazz de Andreu Martín, que venían acompañados de un CD de Dani Nel·lo, los magníficos El Blues del Detective Inmortal (edebé 2006), El Blues de la Semana Más Negra (edebé 2007), El Blues de la Ciudad Inverosímil (edebé 2009) y El Blues de una Sola Baldosa (edebé 2009), magnífica mezcla de novela negra y ficción musical, aunque en este caso los protagonistas musicales eran del subsuelo barcelonés, sin apenas referencias al limbo artístico.
Quien si se mojó de lo lindo en el paraíso del club de las estrellas fue Noemí Sabugal y su magnífica ficción Una Chica sin Suerte (Ediciones El Viento 2019), donde deambula entre realidad y ficción por la gira europea que Big Mama Thorton realizó durante parte de 1965. La novela de Noemí se puede archivar en la misma estantería que la de Susana Hernández que es la que nos atañe hoy. Primero por su clave femenina, tanto de protagonistas como de autoras, hecho importantísimo si lo que se pretende es comprender la compleja personalidad de mujeres que han sido castigadas sistemáticamente por el patriarcado machista, que en el mundo del espectáculo es más notorio si cabe. También porque en ambos casos el camino de la autodestrucción es el mandamiento primordial para la supuesta salvación del alma, que no de la carne.
Susana se atreve con Nancy Spungen, una de las groupies más carismáticas de la escena punk neoyorquina que en su descenso a los infiernos se tropezó con otro misil activado llamado Sid VIcious y justos realizaron tirabuzones y todo tipo de piruetas en caída libre hasta estrellarse contra el suelo. Historia cien mil veces contada, con película Syd and Nancy (1986) incluida y una larga trayectoria de leyenda urbana que va desde el suicidio por amor, al asesinato por intereses comerciales encubiertos.
Susana Hernández, hábil espadachín amazona de nuestra rica novela negra, tal y como queda demostrado con la estupenda trilogía de las subinspectoras Santana y Vázquez: Curvas Peligrosas (Odisea Editorial 2010), Contra las Cuerdas (Alrevés 2012) y Cuentas Pendientes (Alrevés 2015), se aleja de su zona de confort y nos muestra un relato que circula por los parámetros de la investigación periodística, pero siempre paralelo al género negro que podría haber sido una de las posibilidades.
La trama se divide en dos historias separadas en el tiempo en realidades completamente diferentes. Por un lado Ariadna, periodista barcelonesa que arrastra una relación con un rockstar nacional marcado por todos lo típicos tópicos del circo del rock’n’roll, a la que le encargan un artículo sobre Nancy Spungen, para cubrir el 40 aniversario de su muerte. Por otro lado Nancy y sus ansias de escapar de una realidad que le asfixia y atormenta, encontrando una vía de escape en el infierno que todos conocemos.
Las investigaciones de Ariadna se mezclan con sus vivencias personales, al mismo tiempo que Nancy se confiesa en primera persona, dotando a la ficción de un punto de vista que quizás anteriormente nadie se había preocupado en buscar, acomodándose en la lectura fácil de groupie, yonqui y novia de estrella del rock, faceta esta última que sirve de nexo de unión entre las dos protagonistas. Lectura atractiva que escapa del morbo, sordidez y chabacanismo que rodea la literatura punk, pero que no ignora en ningún momento la podredumbre de un ambiente extremadamente tóxico y cutre. Circulan con más pena que gloria las leyendas de la escena punk americana y británica, desenterrando su lado humano y miserable que la mayoría no ve cegado por el glamour del ribete mágico del rock.
Encontramos alguna pequeña escaramuza al género negro disipada rápidamente, al mismo tiempo que los fantasmas de las dos protagonistas parece que se entremezclan para desesperación de una de ellas, en una refriega que se escapa de las páginas el libro.
Lectura atractiva e interesante, mucho más que cualquier relato biográfico, pero claro, debes de estar predispuesto a que te toquen la historia y las entrañas; eso es lo complicado, porque aquí cada día hay más talibanes disfrazados de auténticos rockeros. Somos pocos y encima exigentes.
JLBad


Descubre más desde BAD MUSIC RADIO

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

conciertos recomendados

Descubre más desde BAD MUSIC RADIO

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo