
Uncle sal
Xº Aniversario The Kleejoss Band
La Lata de Bombillas, Zaragoza
28.09.24
Fin de semana de festejos en la capital maña, para celebrar la primera década de la banda The Kleejoss Band. Por desgracia, no pudimos asistir al concierto del viernes con King Sapo, pero sí que nos presentamos el sábado para disfrutar del cumpleaños y la grabación del disco en directo.
Concierto en horario vermut con la banda ibicenca Uncle Sal, grupo de cabecera de quien escribe, desde hace años, pero que por una serie de catastróficas desdichas, nunca había podido ver en directo. Vamos, que les tenía unas ganas caníbales y tremendas, por lo que estaba preparado para disfrutar como un tonto con dos palotes, pero no esperaba el torbellino sonoro que se nos vino encima, es lo que tiene ser un completo neófito de su directo.

En primer lugar, apuntar que, me encantó La Lata de Bombillas, una sala reducida, con una distribución perfecta, en la que te puedes mover y tener visibilidad en todo momento y un sonido más que aceptable, para una reunión musical de cerca de un centenar de personas, forofas, entregadas y con ganas de comenzar o continuar la fiesta.
Público llegado de diferentes puntos del estado, que llevan impregnado en el ADN el rock, lo que produce una sensación de felicidad, hermandad y satisfacción, muy complicada de encontrar hoy en día.
Con algo de retraso, se subieron al entarimado los insulares y dejaron caer las primeras notas de «The American Dream», canción que abre el disco del mismo nombre y, opinión muy personal, es uno de los mejores discos de rock americano que se han publicado en nuestro país, en este siglo y, probablemente, en el anterior también. Ahí, se me pegaron los pies al suelo, literalmente, porque estaba chicloso desde primera hora, y comenzó la danza del «status quo», que terminó con mis cervicales en la más triste de las miserias.

La banda suena sólida, potente, rugosa y polvorienta, como debe de ser. Sobre la atmosfera etílica de primera hora de la tarde, sobrevolaba la presencia de Neil Young y Bob Dylan de sus buenos tiempos, el que ni pensaba, ni quería un Nobel. Sandro «Soulman Sal» —guitarra y voz—, estaba sorprendido y entusiasmado con la respuesta del público, que reflejó en sus comentarios en más de una ocasión, destacando que conocía a muchos de los presentes, y vuelvo a remarcar en síndrome de fraternidad que sufrimos todos el sábado y que nos acercaba, muy peligrosamente, a una panda de hippies… ¡Satanás no lo quiera!
El concierto se transformó en un suculento y atractivo, greatest hits del underground, como antesala de su décimo aniversario, que deben celebrar en 2025, repasando sus cuatro álbumes, haciendo más hincapié en el mencionado The American Dream y Little Cabin Music.
La diferencia de las guitarras, le aporta un plus a su directo, con unas cuerdas más limpias para el desempeño de Ferrán Nogués, mientras que la visceralidad y urgencia jucosa, se decantaba por el lado de Sandro.
La base rítmica apabullaba las primeras filas, aunque no meneaba el cabello, porque todo sea dicho, no queda mucho que menear. Un hombre tranquilo, Francis Fastfingers, golpeaba los cuatro cordones, con la misma intensidad que Artimus Gabe su set de tambores y platos metálicos. Todo perfecto para la sucesión de temas, «Down The Line», «Drinkin’ Days», «Darken My door», «Green Eyes / White Masion», para llegar a la primera versión, que no podía ser de otro, el gruñón del canadiense mágico, Neil Young y su «Revolution Blues»… En ese momento, ya todo era fantástico.

Y uno podría pensar que vendría un bajón, un lomo reductor de velocidad, de esos que, a mala leche, colocan en las calles para que cuando pases la ITV, puedan encontrar errores, pero no, Uncle Sal, no se paraba ni en los pasos de peatones. Si no te percatabas o perdías el tiempo en ir a por cerveza, te pasaban por encima y luego te lo debían contar. Todo lo expuesto, lo suavizaba o enloquecía más de la cuenta, el teclado de Cristian —pido disculpas si me equivoco—, que me hizo sufrir en primera fila, pensando que iba a espatarrar el soporte y deslomar las teclas, qué monstruo.
La recta final fue de «traca i mocador», que aunque significa excepcional, espléndido o admirable, no tiene la misma connotación que en catalán. Un aniquilador «Jacksonville Tonight», cantado por todo el personal, los hermanos del rock and roll, «R’n’R Brothers» y «Rock and Roll Soul», dieron con nuestros cuerpos en la lona, pero antes de contar diez, ya estábamos demandando más puñetazos, el ansia puta y el masoquismo musical es lo nuestro.

Me fui hacia atrás, para sacar unas foticos generales y llegó la marabunta, coño, que parece que estaban esperando que me fuera, pues eso se dice… Subieron The Kleejoss Band y un sin fin de allegados, para hacer un bis de jam session de los bajos fondos, con un «Rockin’ In The Free World» multitudinario.
Tras la salida hacia la luz, de la calle, compañeros de sudor me explicaban que habían estado fantásticos, una chica aseguraba que era el mejor concierto que recordaba de ellos, yo no puedo opinar al respecto, era la primera vez que los disfrutaba, pero si mi cerebro pudiera estar equivocado, mis cervicales y rodillas no, así como la peste a gorrino que destilaba, por una camiseta empapada, y no de cerveza precisamente.
El año que viene, Uncle Sal, llegan a su décimo aniversario, espero que hayan tomado nota, y con esto, no quiero decir nada… o sí.
Texto y fotos: JL Bad


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